TODOS QUIEREN SUBIRSE AL CARRO
La Real gana al Eibar en Ipurua merced a los goles de los meritorios Sangalli, Concha y Capilla en el 88’ La escuadra txuri urdin deja buenas señales y se adelanta por tres veces en un derbi muy equilibrado
El proyecto es ilusionante y todos quieren subirse al carro. La Real derrotó ayer ‘in extremis’ al Eibar en Ipurua merced a los goles de tres futbolistas que no tienen el futuro asegurado en la escuadra txuri urdin, pero que quieren ganárselo en verano. Sangalli, Concha y Capilla, este último en el minuto 88, adelantaron en tres ocasiones a una Real que emitió buenas señales en su primer test serio de pretemporada en un derbi equilibrado ante el Eibar.
Garitano volvió a emplear el sistema 4-4-2, como en el test informal ante el filial y el C, pero en este caso mezclando potenciales titulares en Liga con meritorios. Del centro del campo para adelante, los primeros. En la retaguardia, los segundos. Entre los primeros elegidos se coló Luca Sangalli, que antes de marcar su gol ya estaba siendo el mejor de los 22.
Con el ‘18’ heredado de Oyarzabal a la espalda, estaba dando un recital de controles complicados, pases, golpeos y centros hasta que cazó un balón muerto en el balcón del área y lo alojó en la red con un zarpazo raso, de empeine total, que fue deslizándose por el mojado césped hasta colarse junto al poste. Un golazo. No tiene pinta de futbolista y ha llegado sin hacer ruido, como pidiendo permiso por estar. Pero le está seduciendo a Garitano y fue el mejor de ayer. La pretemporada no es tan inservible para los jornaleros de la gloria como él. Griezmann, con cinco años menos eso sí, estaba en una situación similar hace nueve años y empezó a labrarse su carrera en estos ‘bolos’. Ahora es campeón del mundo. Se trata de coger el tren o quedarse en la estación.
El gol del donostiarra de 23 años fue lo mejor de una equilibrada primera parte que la Real jugó con criterio, sin sufrir demasiado y con opciones nítidas de anotar unos cuantos goles. Supo explotar el desajuste desproporcionado que había en el centro de la zaga armera para crear peligro, con un Juanmi feliz viviendo en esa zona roja. El coineño tuvo la primera ante Riesgo, pero marró en su especialidad, el mano a mano. Tenía solo a Sangalli, para empujar.
El Eibar asumió el mando moviendo el balón de flanco a flanco, abusando de su conocimiento milimétrico del especial terreno de juego de Ipurua. Pero para abusón, Bebé, que horadaba por la derecha porfiando al pipiolo Gorosabel, al que tiró al suelo en su primera arremetida.
Rulli salvó sus primeros embates con el aplomo que le faltó el pasado curso, pero su actuación se torció en un balón caído del plomizo cielo que se le escurrió ante Mesa, que pudo hacerle falta. Para ese momento ya había marcado Sangalli en una jugada iniciada por el argentino.
En los minutos siguientes, a la Real le faltó frescura -lógico a estas alturas- para engordar su venta. El omnipresente Illarra interceptó un pase y en el tres para dos, Juanmi habilitó a Oyarzabal, cuyo chut a bocajarro rechazó Riesgo. En la jugada siguiente, Aritz cabeceó alto a
dos metros de la portería una falta botada por Illarra.
Al segundo tiempo saltaron 22 jugadores totalmente distintos. Bautista tuvo el 0-2 tras un pase de la muerte de Merquelanz, pero golpeó el Eibar,en un balón aéreo que se le escapó a Zubiaurre un tanto zarandeado por el brazo de Ramis. Kike García remató a placer. Ni el árbitro ni el VAR vieron acción antirreglamentaria.
La Real no terminaba de gobernar el balón y perdió empaque defensivo. No fue óbice para que volviera a adelantarse merced a una galopada del pura sangre Zaldua, que corrió, tiró un caño a Cote y cedió a Concha. El cántabró chutó cruzado. Dos partidos, dos goles.
El fuego era a discreción. Zubiaurre salvó el empate despejando abajo el primer misil de Jordán, pero el segundo se lo clavó por el ángulo. La contienda parecía abocada al empate, pero apareció Bautista, firmó una galopada de extremo y le cedió el tanto a su contemporáneo Capilla. La reivindicación estaba hecha