Ilusionante y arriesgado
El árbol necesitaba una sacudida y ésta la ha traído Roberto Olabe. En la Real había un cierto estancamiento con el anterior director deportivo y hacía falta alguien que maneara el manzano y colocara al club en otra dimensión más actual y sin tanta inercia heredada. Olabe quiere construir una Real de vanguardia, subirla al AVE de los nuevos tiempos y ha reestructurado todas las áreas del club. La idea es buena y los resultados deben verse. Se trata de que el canterano llegue más preparado en todos los aspectos al primer equipo -en los últimos años el flujo de talentos ya ha sido notable- y sobre todo tratar de extraer el rendimiento más óptimo a los 25 componentes del primer equipo. Se han contratado profesionales y especialistas de primer orden, cada uno en su ámbito, como Luis Llopis o Imanol Ibarrondo. Hay que confiar en que esto funcione, es bueno poner las bases para el futuro, es de ley confiar en este grupo de jugadores con inmensas posibilidades con la incorporación de Merino y la presencia de Oyarzabal, Willian José, Januzaj o Illarra. Todo ello en un estadio que también saluda a los nuevos tiempos y que de una maldita vez ya no tendrá pistas de atletismo. Todo es ilusionante, aunque aquí lo que vale es ganar, hacer que se tiren dos cohetes seguidos. Y todavía queda trabajo por hacer en la confección de la plantilla. Una vez cerrado a Merino (gran operación), todos los objetivos de la Real están volando a otras latitudes. El proyecto es muy ilusionante y se puede forjar una gran Real, pero es mejor no reparar en qué pasará si todo sale mal. Toda la planificación la ha diseñado la misma persona,que hasta se pone la camiseta de técnico y baja al campo. ¿Y si no funciona? ¿Ya no valdría nada? Mejor confiar en que pitará