Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

La hora de Dembélé

- Fernando POLO

Ousmane Dembélé es un futbolista diferente, sin duda. No abundan los tipos que la toquen igual de bien con la diestra que con la zurda. Sin ser un portento físico, tiene una anatomía de velocista que le hace ser una bomba a la contra. Y en estático tampoco tiene problemas porque es un driblador consumado. Es joven y ambición no le debe faltar porque no ha sido apenas protagonis­ta en los títulos que ha ganado en su primer año en el Barça. Visto así, lo tiene todo para triunfar. Ahora bien, no todo es la técnica ni la velocidad, ni gambetear de lujo. Hace falta fortaleza mental, capacidad para soportar la presión externa (medios y afición) e interna (la feroz competenci­a del vestuario), y capacidad de adaptación al medio. O, lo que es lo mismo, dejar de ser un espectador de lujo y convertirs­e en crack. Ya no hay que hablar de lo que puede llegar a hacer Dembélé sino de lo que empieza a hacer. Si como dice Tuchel va para Balón de Oro cuando no estén Messi ni CR7, debe empezar a demostrarl­o. En su primer partido como culé, Ronaldo dio un recital. Como Messi. Eran cracks y se les notó. A Dembélé se le tiene que notar y deben notarlo también sus compañeros. Un tipo de 105 kilos más variables debe liarla cada dos por tres en vez de encajar con timidez las bromas que le hace en público Piqué porque no se entera de nada. Como si Gerard estuviese para dar bromitas entre las palomitas y la bici eléctrica. Dembélé debe tirar la puerta abajo y seducir al vestuario con fútbol y osadía porque por simpatía no lo va a lograr. Cada uno es como es, pero si no empieza a romperla se lo van a zampar. Vienen partidos para que lo haga desde ya. Y si no se ve capacitado porque el Barça pesa mucho, que lo diga. Tuchel le espera y tiene dinero

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