LA FLOR SE MARCHITA A LA MEDIANOCHE
Una Real entregada a su suerte y acosada por el Leganés pierde dos puntos en el 87’ tras adelantarse 0-2 Zurutuza e Illarra colocan el 0-2, pero la lesión de Llorente gira el partido y la resistencia no llega hasta el final
La hora de las brujas, las doce de la noche, ejerció su maléfico influjo sobre una Real que había firmado un ejercicio de resistencia regado de una inmensa fortuna en una segunda parte de acoso absoluto del Leganés. Pero, ya entrados en el sábado, se marchitó la flor de Garitano, que había lucido en todo su esplendor durante 40 minutos de bombardeo absoluto y de incapacidad palmaria del entrenador y de sus jugadores de esquivarlo, de sujetar el balón o montar una contra con sentido. No, todos los días no son domingo. Ayer el partido comenzó en viernes, un viernes festivo porque la Real se llegó a poner 0-2 en el minuto 17, pero acabó en sábado trágico, con dos puntos que vuelan y, lo más preocupante, una imagen patética que no alienta la esperanza para el futuro. La Real suma cuatro puntos de seis en dos partidos fuera de casa, un balance objetivamente positivo, y paradójicamente, el entrenador tiene que estar muy preocupado porque su equipo no tiene juego y ayer ni su dinamita, exhibida al inicio, ni su buena estrella, le valieron.
Los goles de Illarra y Zurutuza pasado el primer cuarto de hora anunciaban una noche plácida, pero la lesión de Llorente en el 25’ derrumbó moral y futbolísticamente a una Real de cristal que parecía esperar el momento del golpe de gracia. El Leganés por lo menos no consumó su remontada en una segunda parte en la que ejerció un escrache total a la portería de Rulli, como el que no se recuerda contra la Real. El Leganés.
Garitano introdujo dos cambios en su ‘once’ ganador de Villarreal: entraron Zurutuza y Juanmi por Merino y Pardo, lo que, además, conllevó una variante en el sistema, muy ensayada durante el verano: 4-4-2, con Zurutuza abierto a la izquierda, Oyarzabal a la derecha y Juanmi gozando por dentro y al espacio cerca de Willian José aunque sólo
Bombardeo local tras el descanso: dos goles y media docena de ocasiones claras
al principio.
Animado por la música de Superman que tronaba por megafonía y espoleado por la mascota ‘Superpepino’, que volvía a los terrenos de juego tras dos años de ausencia, y un público calenturiento, el Leganés saltó al césped de Butarque dispuesto a comérselo y a golpear primero. El ‘Superpepino’ fue al final para la Real.
Dos goles rápidos
Pronto le bajó los humos una Real concentrada, convencida y con el libreto bien aprendido. En el campo de pepinos, la gloria se alcanza sin estaciones intermedias. Había que atacar pronto la espalda de dos centrales más bien toscos y martirizar con diagonales a dos laterales absolutamente desamparados, especialmente Silva, arrollado por un reactor que conocía ese espacio aéreo y la pista de aterrizaje como Zaldua. Juanmi , en un despeje de cabeza de Llorente prolongado por Willian José, marró el uno contra uno con Cuéllar porque le cayó en la pierna virtual, la zurda.
El coineño fue el telonero de la actuación de la noche, la de Zaldua, artífice de los dos rejonazos con que la Real hirió de muerte al toro madrileño, aunque no terminó de rematarlo, ya en el minu-
to 17. En la primera acción, Theo inició la jugada con un caño y se apoyó en Zurutuza, que firmó un soberbio cambio de orientación. La amortiguó Oyarzabal, que intimó con la pelota con Zaldua en dos ocasiones, en la segunda lanzándosela en largo. El canterano (qué bueno que volviste) apuró línea de fondo y dejó expedito el camino a Zurutuza desplazando a los dos centrales con un primer amago. El ‘17’ marcó a placer.
Martillo pilón, capítulo segundo. Siete minutos después, Illarra robó un balón, cedió a Oyarzabal y éste, cómo no, contrató de nuevo a su sicario. Zaldua penetró, se limpió de Silva con un recorte y centró. Juanmi cabeceó tras un intento de despeje de Muñoz y el rechace de Cuéllar lo empaló cerca de la escuadra Illarra.
La amplia sonrisa de Prieto, en la grada como un aficionado tras pagar su entrada, era como un foco más en Butarque. Estaba desatado con el festival de los suyos. Luego sufrió como el que más. Quizá fue una inspiración, aunque un tanto efímera.
La Real parecía haber matado a zarpazos al Leganés, pero el partido se enmarronó con la grave lesión de Llorente, cuyo tobillo no soportó la presión de una caída desde los cielos del central, que pugnaba con Carrillo. El percance zarandeó a la Real y ahí comenzó un bombardeo local sin frutos hasta el descanso.
Gol de El Zhar como aviso
El larguero por dos veces evitó el gol en un cabezazo de Siovas y Ojeda marró en un intento de volea. Lo peor es que el descanso no cambió el tono del partido, lo agravó y el Leganés sí que hirió nada más comenzar la segunda parte, con un misil de El Zhar que se coló pegado al palo. Unos minutos antes, en pleno escrache local, Zaldua había palmeado de forma involuntaria un balón con la mano. Pellegrino había metido en el campo a un segundo delan- tero , Santos, y el fuego era a discreción. Garitano introdujo a Merino y le colocó junto a Willian José, para intentar que sujetara balones y ayudara a su equipo a salir y oxigenarse. Pero el bombardeo, lejos de cesar, se multiplicó.
Rulli sacó una mano prodigiosa para evitar el inevitable 2-2 en un misil de Rubén Pérez y Carrillo tuvo una, otra, le anularon un gol a Ojeda, más de Carrillo, otra de En-Nesyri... Willian pudo evitar el final esperado, pero pifió de forma imperdonable ante Cuéllar en un cuatro para uno tras un jugadón de Zubeldia. Y llegó el mazazo en un despeje de Siovas. Aritz permitió el bote y El Zhar picó el cuero a Rulli.
La flor se marchitó a las 12