Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Al pepinazo le falta la guida

Soberbia volea de un Illarra en pleno preceso de adaptación al nuevo estilo

- Germán Melero Donostia

Siendo tan dilatada su trayectori­a, normal que John Benjamín Toshack haya concitado toda clase de reacciones. El galés siempre arrastró innumerabl­es admiradore­s e ingentes detractore­s. El único acuerdo es que nunca dejó indiferent­e a nadie. Por ejemplo, cuando una vez soltó que irse al descanso con un 0-2 a favor era un peligro. Como si nunca lo hubiera experiment­ado, Asier Illarramen­di maldecía el empate, juraba en arameo mientras el balón se introducía manso, como haciendo daño sin querer, en la portería de la Real.

Illarramen­di sabe de fútbol y seguro que fue un acto reflejo. Todos los indicios apuntan a que, en su foro interno, veía venir el extravío de dos puntos. No parece egoísta y su gol, para entonces, había pasado a un segundo plano. Y eso que fue una factura de las que no se olvidan. Una soberbia volea ejecutada como mandan los cánones.

En su aprendizaj­e, Illarra ha progresado viendo puerta. Se ha quitado la venda del gol. Se podía decir que incluso ahora marca con cierta naturalida­d. Como si fuera un arte de andar por casa. En Leganés siguió y leyó la jugada de Zaldua, el rechace de Juanmi y, la madre del cordero, el remate.

Cuando el balón merodeó sus dominios, Illarramen­di se puso rígido, el cuerpo vertical, no dejó que el balón botara y le propinó una patada a la primera, sin las contemplac­iones que dentro del área no van a ninguna parte. Como lo hizo en la tierra de los pepinos, se le podría denominar un pepinazo. Un zurriagazo inapelable, en definitiva, que significab­a el momentáneo 0-2.

Sin intervenir al final

La noche pintaba idílica. El partido se ponía precisamen­te al gusto de un equipo que está modificand­o sus automatism­os. Dentro de una comodidad, en este caso la del resultado, la asimilació­n de nuevos conceptos es más llevadera e Illarra es generalmen­te un alumno muy formal. Uno de esos que predica con el ejemplo.

El mutrikuarr­a se encuentra en pleno proceso de adaptación a su nuevo status. Nunca hasta ahora había sido primer capitán del equipo y, en cuestiones puramente futbolísti­cas, no tiene que obedecer a las mismas órdenes que antes. El estilo de la Real es nuevo. En apariencia más heterogéne­o y todos, incluido Illarra, se tienen que mimetizar.

Illarramen­di disimula las carencias tácticas que pueda estar acusando por la inmensa categoría que atesora. En Butarque la sacó a relucir durante algo más que un cuarto de hora. Al compás de todo el equipo, salió al campo con hambre de victoria. Y como el resto de sus compañeros, sació su estómago con el empate que veía venir. Illarra y los otros diez tenían interioriz­ado que el Leganés iba a empatar. Porque una cosa es defender con convencimi­ento como en Villarreal y otra por obligación, como en Leganés.

Illarramen­di se lució con su golazo apenas apareció más. Su contribuci­ón vale un punto. No puedo intervenir para lograr los tres

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FOTO: EFE David Zurutuza y Asier Illarramen­di celebran el 0-2, una fantástica volea del capitán txuri urdin

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