Debut y convenio de Sandro con el gol
El último fichaje se estrena marcando el tanto que convierte a la Real en ganadora del ‘Araba Saria’ 12 minutos después de fallar un penalti
Al debut de Sandro Ramírez con la Real no le faltó nada, ni siquiera el gol. 12 minutos trascurrieron entre que falló el penalti que había provocado y su primer tanto, con el interior derecho ajustado al palo largo, dejando patente que reúne olfato de depredador y hambre de voraz cazador. No puede existir una primera vez más deslumbrante.
La Real se proclamó gracias a su victoria sobre el Sochaux ganadora del ‘Araba Saria’, pero dio paso a su segundo partido del triangular con el pie torcido, pese a que había ganado primero 0-1 al Deportivo Alavés. Dos victorias, tres goles y una remontada en un par de encuentros exprés. No es una recaudación vulgar, lástima que valga lo mismo que un triangular amistoso.
A la frenética espuela de la noche asistió en riguroso directo el debutante Sandro Ramírez. El nuevo futbolista txuri urdin se asoció con la versión más agresiva de la Real en toda la velada para darse a conocer. En un dribling en área rival fue objeto inequívoco de penalti y se encargó de lanzarlo con tanta personalidad como precipitación, ya que su fuerte derechazo fue repelido por Long, el meta del Sochaux.
No pasó siquiera un cuarto de hora cuando Sandro rectificó la nota de su debut. Marcó el gol de la victoria y del torneo dando validez a un buen centro de Gorosabel y celebró su primera factura con la Real. A diferencia del Eibar, firmó un convenio, en su caso con el gol. Seis minutos antes, Theo Hernández le había imitado, forzando un penalti tras una cabalgada de purasangre que duró 80 metros. Y mejoró la ejecución, ya que marcó, al estilo Panenka, en su antigua casa.
Juanmi, puntual a su cita
La Real se lo tomó con calma en su anterior aparición y el Alavés también. Pero los txuri urdin tienen a Juanmi, maestro de ceremonias cuando hay que celebrar un gol.
La noche cayó en Gasteiz cuando la Real hizo acto de presencia en el triangular. La oscuridad del cielo anunció los últimos coletazos estivales con una sensible bajada de la temperatura, pero los reflejos del partido mantenían las constantes plomizas del verano. Escaso ritmo, contemplación. A nadie se le escapaba que el asunto sólo era amistoso.
Moyá en la portería y Navas en la defensa eran las buenas noticias para Asier Garitano. Recuperados para la causa de la competición, el entrenador respira por el costado trasero del dibujo. Kevin y Gorosabel fueron los laterales que contra el Alavés quisieron reivindicar más cuota de pantalla. El acento del filial lo aportó Guevara, al lado de Pardo en medio. Sangalli y Zurutuza se manejaban en las bocacalles del ataque, Juanmi intimaba con el juego al espacio y Bautista era la referencia. Contra el Sochaux las novedades fueron Zaldua, Illarramendi, Le Normand, Lapeña, Theo y Sandro.
Sí se afanó la Real en gobernar los 45 minutos de derbi ante el Alavés. Sobre todo a raíz de auscultar al adversario para cogerle el pulso, penetrando por las vías exteriores.
Fruto de una incursión por la derecha, Gorosabel dibujó en el minuto 26 el centro soñado para los encargados del gol: fuerte, a la cabeza, entre los centrales y el portero. Juanmi es un erudito del área contraria y leyó la jugada como quien completa un crucigrama de memoria. Cabezazo inapelable, 0-1.
No fue azaroso que marcara el malagueño, el más intenso del partido con abismal diferencia. “Yo soy segundo delantero”, ha manifestado en más de una ocasión. Su actuación en Mendizorrotza justificó el postulado
La Real forzó dos penaltis en su remontada al Sochaux en 45 minutos
Cabalgada del purasangre Theo, objeto de un penalti que marcó al estilo Panenka