La gran construcción
Paralelamente a la remodelación de Anoeta, la Real afronta la titánica tarea de suplir a la generación que ha sujetado al club en la última década
El sábado que viene, a estas horas, todos tendremos la sensación de asistir a un momento que nunca pensamos que llegaría: acudir a Anoeta a ver un partido de la Real sin pistas de atletismo. Gracias a un arrojo y a un esfuerzo que, sin duda, hay que poner en valor, el Consejo de Administración que preside Jokin Aperribay habrá logrado, en los apenas cuatro meses que van desde mayo a septiembre, transformar el estadio en un campo de fútbol, el viejo anhelo de todos los que conocieron Atotxa. El nuevo Anoeta no será Atotxa, porque nada volverá a ser como en Atotxa. Pero será un campo de fútbol.
Queda más de un año de obras para que, allá por diciembre de 2019, Anoeta pueda lucir totalmente como el espectacular recinto en el que se convertirá y, por tanto, los abonados y aficionados de la Real deben ser conscientes de que durante esta temporada tendrán que convivir en los partidos de casa con las incomodidades propias de una instalación provisional. Supongo que para la mayoría será el menor de los peajes a abonar con tal de, dentro de 14 meses, abrazar el gran sueño de volver a tener un campo de fútbol.
Rellenar esas cuatro inmensas paredes de sueños futbolísticos es otra cuestión. Un cometido que corresponde a los protagonistas directos, futbolistas, entrenadores y directiva. Una tarea no menos trascendental que la de levantar un estadio. Sobre todo si tenemos en cuenta que la generación de futbolistas que ha sujetado al club en la última década, prácticamente ha desaparecido. Zurutuza, como último superviviente, sujeta el estandarte de una camada de jugadores inolvidable. La que sacó al club de Segunda División hasta llevarlo a la Champions y permitir una refundación
de la Real sin la que es imposible entender un contexto como el actual, que ha posibilitado afrontar, con un gran porcentaje de músculo financiero propio, la remodelación del estadio.
La Real afronta el titánico desafío de sustituir a los Xabi Prieto, Agirretxe, Carlos Martínez, De la Bella, Iñigo Martínez o Carlos Vela, que se unen a los que iniciaron el éxodo, por diferentes motivos, años atrás: Labaka, Aranburu, Claudio Bravo, Griezmann, Ansotegi, Mikel González, Markel Bergara... Son nombres demasiado relevantes en la historia reciente del club. Más allá de sus cualidades futbolísticas, por su peso específico, con el agravante de que buena parte de las salidas se han producido en los dos últimos años, un período siempre corto en el fútbol para garantizar una sucesión exitosa.
El proyecto, además, se ha puesto en manos de un técnico nuevo,
Asier Garitano, con una idea y una metodología nueva, que competirá en casa con el condicionante de hacerlo en un campo sin terminar y, encima, ha arrancado la campaña con serios contratiempos en forma de lesiones. Pese a ello, la Real ha sido capaz de sumar cuatro puntos en sus tres primeras salidas, lo que no es una mala base desde la que intentar crecer. Para hacerlo, en cualquier caso, hará falta una dosis de compresión más elevada de la que existe hoy en día en torno al fútbol.
La Real dispone de efectivos suficientes para afrontar con garantías una temporada en la que sólo va a jugar Liga y Copa. La labor de técnicos y jugadores es desarrollar con eficacia el método para lograrlo. Empezando el próximo sábado, por el primer gran día del nuevo Anoeta