Directo al grano
Sandro forzó, falló un penalti y se rehizo con gol y asistencia en sus primeros 45 minutos con la Real
En medio de una época mediatizada por los cambios cíclicos, fueron 45 minutos para la esperanza. Por si pudiera resultar un triangular ramplón, Sandro Ramírez (Las Palmas de Gran Canaria, 1995) añadió salsa y pimienta con un debut frenético, plagado de credenciales en el ‘Araba Saria’ de Mendizorrotza.
El delantero exhibió dotes de las que la Real adolece: profundidad con y sin balón, desmarques de ruptura, verticalidad. Y además marcó en su segundo intento nítido. El primero fue clamoroso. Un penalti que desperdició porque el portero del Sochaux, Long, lo repelió.
Fue el propio Sandro el jugador que había forzado la pena máxima en una acción que delata sus características: internada desde la izquierda dentro del área rival. Fue derribado por el defensor francés y no dudó en agarrar el balón para ejecutar. Pero falló.
Era entonces un debut de pena máxima, con el pie torcido. Pero Sandro sacó arrestos, fuerzas de flaqueza para no sucumbir al desacierto. El grancanario no tardó en salir a la palestra de nuevo. Fue el mejor socio de Theo Hernández en el lance previo al 1-1 (la Real iba perdiendo). El lateral de Marsella aterrizaba en las inmediaciones francesas como un obús y se apoyó en Sandro, autor de la asistencia que precedió al penalti que el meta Longo cometió sobre Theo. En 26 minutos, Ramírez había forzado y fallado un penalti e intervenido con fundamento en un momento clave. Y había acreditado la capacidad para ser delantero, segundo punta y extremo izquierdo.
Espera a sus ex del Barcelona
El minuto de gloria para Sandro estaba por llegar. Su primera pica en Flandes no irá más allá del anecdotario porque, al fin y al cabo, era un amistoso, pero no cabe duda de que el isleño apunta maneras. Fue el goleador que firmó la remontada de la Real al Sochaux, el firmante de la rúbrica que dio el Torneo Araba al cuadro de Asier Garitano. En suma, decidió el asunto con su golpeo abierto con el interior de la bota derecha. Sandro remató con acierto un centro de Andoni Gorosabel desde la derecha segundos después de haber combinado en la misma jugada con Bautista y Zaldua. No hubo celebraciones porque, realmente, no había nada que celebrar, pero el futbolero cogió el bolígrafo y tomó nota: aquí puede haber un buen fichaje.
Un gol en el debut con la nueva camiseta supone una inyección de autoestima. Con este doble espaldarazo saltó al césped de Zubieta ayer sábado el prometedor Sandro. Se ejercitó pensando ya en su primer compromiso oficial con la zamarra de la Real, el próximo sábado en el remozado Anoeta contra su exequipo, el Barcelona