‘TIGERMANÍA II’
Del infierno al cielo, Woods confirma su resurrección y reaviva el magnetismo que siempre le acompañó Su nivel y primer título tras cinco años de calvario por las lesiones redimensiona la inminente Ryder Cup
Como Tiger Woods es lo más parecido a un dios del golf, su segunda resurrección deportiva debe de esconder también alguna explicación sobrenatural. Del infierno al cielo. Otra vez. La ‘Tigermanía', si alguna vez había desaparecido de veras, vuelve a lucir en todo su esplendor. Y el ex nº 1 ya vela armas en París, escenario a partir del viernes de una Ryder Cup redimensionada después de la soberbia demostración de Woods en el Tour Championship de Atlanta.
Es su primer título desde 2013 y cierra una etapa muy oscura, los cinco años más negros de la salud del ‘Tigre', que meses atrás ni siquiera sabía si podría volver a caminar sin dolor, tal era su panorama vital. De ahí lo increíble de su regreso triunfal y la felicidad del golf y el deporte en general.
“Estoy muy emocionado. Ha sido un camino muy duro hasta llegar aquí y es increíble pensar que he ganado porque meses atrás ni siquiera sabía si podría volver a jugar”, se sinceró Woods, cuyo calvario de lesiones se resume en cuatro operaciones de espalda en busca de una solución que nunca llegaba, la última en abril de 2017.
“¿Dónde está la luz al final del túnel? No lo sé”, se desesperaba ya Tiger a finales de 2015 después de la tercera intervención, también insuficiente para el nº 1 más joven de la historia, 21 años en 1997.
“Mi cuerpo era una ruina, no podía caminar, no podía tumbarme sin sentir dolor en la espalda y la pierna. Poca gente creía que podría regresar después de una operación como la última, una fusión espinal. Es incluso un sueño porque ni yo mismo pensaba que podría estar en mi situación actual. Ha sido una temporada increíble de principio a fin y la valoro mucho más ahora que hace 20 años”, explicó el domingo Tiger, ya feliz.
Principal responsable
“Lo peor de todo era no saber si iba a poder vivir otra vez sin dolor. Me preguntaba si algún día iba a poder sentarme, acostarme o levantarme de nuevo sin dolores. Me preguntaba: ‘¿Será esta mi nueva vida?' Si era así, el resto de mi vida iba a ser muy duro. Jugar a golf me parecía entonces imposible”,
añadió el estadounidense, que cumplirá 43 años en diciembre.
Sin embargo, cual ave Fénix, Woods ha resurgido otra vez de sus cenizas para iluminar su futuro y, de paso, también el del golf, que por algo es el principal responsable de su revolución en el siglo XXI. Suma 80 títulos de la PGA, a tiro del récord de Sam Snead (82).
Su excelente nivel en Atlanta es óptimo para ampliar su colección de 14 Grand Slams, frenada en seco desde el Open USA de 2008. Iba embalado hacia el récord de Jack Nicklaus (18), pero en 2009 se airearon sus infidelidades y entró en una espiral negativa por problemas personales. Se divorció de su mujer en 2010 y tardó mucho tiempo en recuperar su juego. En 2013 concretó esa primera resurrección al recuperar el nº 1, pero ese mismo año las lesiones empezaron a ensañarse con él y malvivió entre larguísimos y plomizos períodos de baja.
Tras nueve meses ausente, reapareció en diciembre de 2017, aún con dudas, pero optimista porque ya no tenía dolor. Había caído al pozo del ranking, al nº 1.199. Ahora ya es 13º y subiendo. El propio Nicklaus opinó ayer que su récord vuelve a estar en peligro. Empieza la ‘Tigermanía, Segunda Parte'