Una ilusión palpable

En un escenario caliente como Mendizorroza y más acorde, no podemos engañarnos, al tipo de masa que hoy en día puede convocar un partido de la selección de Euskadi, Euskal Selekzioa se quitó el mal sabor de boca con el que terminó su última puesta en escena, hace dos años en un San Mamés con un aspecto muy triste. La admirable grada del coqueto estadio gasteiztarra convirtió el partido en la emotiva fotografía de la ilusión, palpable, que supone para este pueblo poder contar algún día con su propio combinado nacional en torneos oficiales. Su solvencia deportiva, una vez más, quedó acreditada de sobra, porque si bien es posible que Venezuela no sea el rival más potente que alguien se puede echar a la cara, es un equipo que compite asiduamente en las eliminatorias americanas y al que una joven Euskadi despachó con comodidad y superioridad. La contribución al éxito de los jugadores txuri urdin fue decisiva. Jon Bautista cerró la que, seguramente, ha sido su mejor semana como profesional, marcando en el primer balón que dispuso y Aritz Elustondo añadió una muesca más a su figura, que no para de crecer. Debutar con Euskadi y marcar debe ser el máximo para alguien de Errenteria o de Beasain, jóvenes valores que demuestran estar absolutamente preparados para la élite. Patrimonio de la Real. Seguir dando pasos hacia adelante depende sobre todo de las instituciones. Jugar en fecha FIFA es un gran paso, poder hacerlo a medio plazo ante un combinado europeo (estuvo a punto de ser Bélgica el rival), debe ser el siguiente reto. Con lo que parece claro que pueden contar es con la voluntad inequívoca de los jugadores de empujar el proyecto y con la ilusión de un pueblo que siempre ha estado ahí