Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Lucho ejerce de psicólogo

Reforzó a su equipo en el medio tiempo pensando en el futuro

- Cristina Cubero Sevilla

Joaquín Valdés abrazaba a Luis Rubiales en la previa del partido con vehemencia y descaro. Se encontró el psicólogo de Luis Enrique al presidente de la Federación Española de Fútbol en la zona de banquillos y corrió a fundirse en ese gesto cariñoso que demostraba la fantástica sintonía que existe entre la cúpula de la Federación y el staff de Lucho. Valdés está más pendiente de Luis Enrique que de los jugadores, está ahí porque el asturiano cree necesitarl­o, porque le da confianza al técnico de la selección. Quizá Valdes había preparado a Luis Enrique ya para la primera derrota porque el entrenador había advertido que algún día tropezaría­n y debe pensar el selecciona­dor que mejor ahora, que siguen dependiend­o de sí mismos.

Luis Enrique ejerció de psicólogo en la media parte. “He estado maravillos­o”, decía para resumir su charla en la media parte, cuando en vez de abroncar a sus jugadores les transmitió que para crecer tenían que sufrir, que podían reaccionar, que creía en ellos. “A muerte”, les dijo el entrenador.

Luis Enrique debe pensar que este 2-3 les irá bien, que unirá más al grupo, que le servirá para definir quién cree en la selección española de la nueva ilusión y quién se baja del carro con la primera derrota. Es Lucho un técnico que sabe moverse cuando tiene definido al ‘enemigo’, al que los halagos no es que le debiliten pero le suman lo justo. Luis Enrique cree que este grupo aprenderá de la derrota más fuera que dentro del campo, que blindará a su nueva selección, que afianzará el compromiso de los elegidos. Lucho, que es un tipo temperamen­tal, sacó la inteligenc­ia emocional que ha adquirido con el paso del tiempo - y segurament­e la ayuda de Valdes- para subir la moral de unos jugadores que podrían haberse hundido tras el 0-3 pero que tras el descanso cambiaron la cara a la selección. Le sirve la derrota a Lucho, es asturiano, tiene a Don Pelayo como guía, está acostumbra­do a liderar las grandes batallas.

El Benito Villamarín dejó de ser talismán, cometió una parte del público la ofensa de silbar el ‘God save the Queen’ y hay cosas demasiado sagradas como para ir jugando. No pudo silenciar la grada los ‘olés’ que se marcaban los ingleses, empecinado­s con acabar con todo el alcohol de la ciudad. Había cambiado de fisonomía la ciudad con la lluvia que colapsó el centro, era una Sevilla más gris pero implicada con la selección al máximo, exigente pero entregada. Otra vez será

El Benito Villamarín silbó el ‘God Save the Queen’ y le salió cara la ofensa

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FOTO: J.A.SIRVENT Luis Enrique no paró de dar instruccio­nes. El selecciona­dor español quiso sacar provecho del batacazo de la primera mitad.

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