Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

OPERACIÓN GOL

Tras el parón internacio­nal, el gran objetivo de los blancos es retomar la senda goleadora a toda costa Con Bale renqueante, Mariano se postula como titular en el decisivo duelo del sábado ante el Levante

- Pepe Gil-Vernet

Hacía mucho tiempo que un parón de seleccione­s no se le hacía tan largo al Real Madrid. Tras las derrotas frente a Sevilla y CSKA y el empate en el derbi liguero, el partido ante el Alavés en Mendizorro­za (justo antes del éxodo de los internacio­nales blancos) se presentaba como la oportunida­d ideal para recobrar las buenas sensacione­s en el juego y encarar de nuevo la senda de la victoria y del gol.

Nada más lejos de la realidad. El cuadro de Lopetegui repitió en Vitoria los vicios de los partidos precedente­s y, para más escarnio, encajó un gol en el último minuto que no hizo sino verter kilos de sal en una herida que parece cada vez más profunda. En total, tres derrotas en los últimos cuatro partidos y más de seis horas sin marcar un gol.

Con estos preocupant­es guarismos y la espada de Damocles pendiendo sobre su cabeza, Julen Lopetegui ha vivido sus horas más angustiosa­s en su (por el momento) corto periplo como entrenador del Real Madrid. El conjunto blanco regresó ayer a los entrenamie­ntos en la Ciudad Deportiva después de varios días de descanso con la misión ineludible de enderezar el rumbo de cara al Clásico del próximo 28 de octubre, una cita marcada en rojo en el calendario del Madrid.

Los números no engañan

No pocas voces del entorno madridista auguraron tras la marcha de Cristiano que la plantilla atesoraba suficiente potencial atacante para no echar de menos al máximo goleador de la historia del club. Apenas dos meses de competició­n después, la realidad es palmaria.

En los cuatro partidos que lleva sin ver puerta, el cuadro blanco ha acumulado un total de 75 disparos, 23 de ellos a portería, lo que arroja una media de 18 chutes por partido. A pesar del bombardeo que parecen arrojar los datos, muchas de esas intentonas apenas llevaban peligro. El ejemplo más claro tuvo lugar en el partido frente al CSKA en Moscú: el equipo blanco probó suerte en 26 ocasiones y solo fueron a portería 7 intentos (incluidos, eso sí, tres remates a la madera).

Los datos de posesión revelan también un dominio infructuos­o y estéril. Durante estos cuatro compromiso­s, el Madrid acaparó una media del 66% de la posesión del balón. La incapacida­d de desequilib­rio individual y el juego horizontal y previsible, muy similar al que condenó a la España de Hierro en Rusia, hicieron inútil la aparente superiorid­ad del Madrid sobre sus rivales.

Asensio fue el último jugador del Madrid en ver puerta. Fue contra el Espanyol. Desde entonces el Madrid parece gafado de cara al gol. Benzema no intimida en el área rival (contra el Sevilla y el Atlético ni siquiera remató) y Bale, incapaz de liderar al equipo sin Cristiano, pidió el cambio en el descanso de los partidos contra Atleti y Alavés y no viajó a Moscú para medirse al CSKA debido a la política de rotaciones de Lopetegui. Mariano, que apunta a titular contra el Levante, y Asensio también están con la pólvora mojada (1 gol cada uno) y la segunda línea no acude al rescate. Contra el Levante, en un Santiago Bernabéu cada vez más impaciente, el Real Madrid está obligado a encontrar el camino del gol. Se acaba el tiempo

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FOTO: GETTY Mariano, con la pólvora mojada, solo ha visto puerta esta temporada contra la Roma en la Champions y su papel de revulsivo está cada vez más cuestionad­o
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FOTO: AP Bale, un líder sin respuesta

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