Baño de realidad
LA MÁQUINA DE GANAR SE ATASCÓ en Sevilla, antes ciudad talismán. Inglaterra le dio un baño de realidad en la primera parte a una selección española estática, resabiada y con sus jugadores principales por debajo de su nivel. La Roja fue presa de la euforia que le precedía con el recuerdo de los fastos del 12-1 a Malta y un Villamarín que lamentablemente silbó el himno inglés. Solo el corazón y un arreón ficticio tras el descanso con los cambios del ya imprescindible Alcácer y un Ceballos que mejora a todos, evitaron que la autoestima lastimara a España. De la mano de un magistral Harry Kane, Inglaterra bajó a la selección al suelo y acabó con el paseo triunfal del equipo de Luis Enrique, un técnico visceral que vivió el naufragio y el espejismo de la remontada con una pasión que no se le conocía en el Camp Nou.
LA SELECCIÓN SE HUNDIÓ POR LO que le da más celebridad, su cuarto de máquinas, con un Saúl desconocido, un Busquets errático y Thiago desconectado de los delanteros. Ni posesión, ni agresividad, ni desborde. Asensio sigue sin dar el paso adelante que se le reclama y su aportación fue tan escasa como lo es en su club. Si de algo sirve esta confusa Nations League es para aprender a competir de nuevo y tener actitud en los torneos que dan lustre. La falta de intensidad y cierto desdén hacia el rival provocó que los ‘pross' provocaran contras que retrataron el eje Sergio Ramos-Nacho en largo. Sterling y Rashford castigaron cruelmente por las bandas a Jonny ya Marcos Alonso, lateral que hizo añorar a Jordi Alba y puso en evidencia la obstinación de Lucho.
FUERON MUCHOS LOS QUE SE acordaron del centelleante defensa de L'Hospitalet, de vacaciones en el Barça mientras la retaguardia de la Roja hacía aguas. Con el 1-3 hubo un penalti de Pickford y un palo de Marcos que alimentó una vaga ilusión. La cura de humildad llegó a tiempo para desterrar el triunfalismo, pero España está en las mejores manos. Sin duda