Cuando sólo vale ganar
El Sanse no jugó su mejor partido en el derbi, pero se llevó lo único importante de un choque de esta rivalidad: el triunfo
Es probable que el Athletic B mereciera más el sábado en el derbi de filiales disputado en Zubieta. Es seguro que el Sanse no hizo su mejor partido, que estuvo lejos de su mejor versión y que contrariamente a lo que sucede en casi todos los encuentros que juega en casa, se viera sometido en algunos pasajes de la primera mitad. Sin embargo fueron los txuri urdin los que se quedaron con los puntos merced al gol de Zourdine, rompiendo con la negativa estadística de los últimos derbis y de sus enfrentamientos con Gaizka Garitano, un técnico que ha demostrado tenerle cogida la medida al Sanse.
Lo de ganar y jugar bien es el ideal y debe ser la aspiración, pero hay partidos en los que por encima de cualquier cosa está el resultado y este es sin duda uno de ellos. Así que, desde ese punto de vista, ningún pero que poner al importante triunfo del filial en el derbi que sitúa a los de Imanol Alguacil en una posición más acorde a sus méritos y a su potencial. El técnico oriotarra sorprendió con la alineación inicial. Tenía las bajas de Ander Guevara, Roberto López y Agustín Dávila, tres de los habituales titulares del equipo, y además optó por cambiar a sus dos laterales principales, Alex Sola y Aihen Muñoz, por dos futbolistas hasta la fecha secundarios como Alex Petxarroman y Ekaitz Jiménez, de modo que en el ‘once’ titular se alinearon cinco jugadores menos habituales que conformaron un equipo prácticamente nuevo al que le costó adaptarse al partido, provocando que la primera mitad fuera de un Athletic B que perdonó en demasía.
La segunda parte fue otra cosa, sobre todo a raíz del cambio de
Veiga por Ander Saenz. El donostiarra dio más fluidez al juego, se asoció mejor y el balón comenzó a ir más rápido. Paralelamente el peso de Djouahra en el partido fue creciendo y poco a poco la balanza comenzó a inclinarse del lado txuri urdin hasta que llegó esa jugada ‘made in Zubieta’ iniciada por Saenz, continuada por Petxarroman y finalizada por Zourdine, que decantó el derbi del lado donostiarra para alegría de una grada prácticamente llena que volvió a saborear otra victoria ante el eterno rival.
Alegría máxima también para la plantilla después de una semana difícil, por la derrota en Irun en un derbi en el que al Sanse le había tocado ver la otra cara de la moneda tras un partido en el que había tenido sus opciones y del que se volvía de vacío, mientras su rival celebraba algo más que una victoria. Porque ya se sabe que en este tipo de partidos lo único que cuenta es ganar. Lo demás...