Querer y no poder
La Real no propone juego en Anoeta, lo deja todo a ver si el rival falla y aprovecha algún chispazo para la ansiada victoria que no llega y ya van cuatro episodios sin triunfo, demasiados si se quiere estar arriba
Volví a Anoeta a mi nuevo sitio. Tenía ganas, porque aún no he terminado de acostumbrarme a ver los partidos desde abajo cuando toda mi vida he estado metido en cabinas en el palomar de los campos. Pero ya le voy sacando jugo, aunque reconozco que se ven mejor los fallos también. No negaré que la larga espera desde el partido anterior me tenía distraído y que el lunes por la noche no es precisamente embaucador para sentarte a ver un Real Sociedad-Girona, por mucho que haya tanto en juego en cada partido y que aún no habíamos visto ganar a la Real en este remodelado Anoeta en el que íbamos a ganar siempre porque la grada también metía algún gol.
Pues fue un tostón, qué quieren que les diga, lo mejor el bocata del descanso (ahora también me lo puedo permitir), porque de lo demás poco bueno se puede sacar. La Real sigue sin emocionarme,
solo le salvo en el subidón del derbi, un partido que sin ser el mejor espectáculo del mundo lo sacó por coraje y por momentos con un juego que desarboló a un Athletic que de por si ya está bastante desarmado.
La Real no propone fútbol, queda mucho a merced de los rivales y eso volvió a ocurrir frente a un Girona al que le bastó ser un poco ordenado para cerrar cualquier vía de canalizar el fútbol local. Toda la salsa del equipo de Garitano estaba centrada en algún ramalazo que pudiera aportar la genialidad de Sandro que estuvo cerca del gol, pero que no lo consiguió porque enfrente estaba un portero que resolvió bien su trabajo y los postes le ayudaron también. Pero la Real no es capaz de llegar con ideas al área contraria y ya van cuatro episodios en Anoeta que terminan sin victoria, demasiado si hay que sumar puntos para estar arriba, la única forma de evitar que nos sigan maltratando con estos horarios insoportables