Dos parciales suspendidos
Después de lo de San Mamés podríamos hablar de un antes y un después de la Real esta temporada. Pero, lamentablemente, el después no se atuvo, ni de lejos, a las expectativas generadas tras aquel triunfo
El triunfo obtenido en San Mamés tres jornadas atrás, ha supuesto hasta el día de hoy el momento sobresaliente de la temporada para los hombres de Garitano . La identidad del rival, la contundencia del triunfo y las señales de compromiso que transmitió aquel equipo -curiosamente un equipo de compromiso, confeccionado por las circunstancias-, tuvieron la virtud de elevar hasta cotas inimaginables los niveles de certidumbre entre los aficionados txuri urdin. Todos creímos ver aquel día un punto de inflexión en el errático arranque del equipo. Después de lo de San Mamés podríamos hablar de un antes y un después de la Real esta temporada. Pero, lamentablemente, el después no se atuvo, ni de lejos, a las expectativas generadas aquel día.
Primero fue la visita del Girona de Eusebio; era el día de la confirmación. El día para hacer mejor
aún si cabe, el triunfo frente al Athletic. La Real, presumíamos, traduciría sobre el terreno de juego, la superioridad que todos presentíamos, pero nada más que lejos de la realidad: un Girona pequeño trató de tú a tú a los nuestros que, con la entrada de
Stuani en los últimos minutos, acabaron pidiendo la hora.
El caudal de certezas que creíamos atesorado y a buen recaudo, se vio sensiblemente mermado por el traspié sufrido.
Cierto, sólo era un partido, y lo sucedido podíamos incluirlo en el catálogo de los accidentes propios de cualquier trayectoria. Pero este amparo sólo vale lo que tarda en llegar el siguiente compromiso, y éste no era precisamente menor: El Atlético de Simeone, del que algunos dicen que
Garitano es discípulo aventajado, se encargaría de examinar la solvencia del conjunto de Anoeta. El desenlace no pudo resultar más decepcionante. Una Real , derrotada por incomparecencia, abría la puerta a las dudas y recelos