Un test de ambición

La victoria, la más sencilla de la temporada en casa, ante el Athletic, llenó el depósito de autoestima a los jugadores y alejó ciertos fantasmas relacionados con la parte baja de la tabla. Aunque los ecos de esa derrota todavía no parecen haberse apagado 100 kilómetros al oeste, la Real está enfocada desde hace días en un duelo ante el Valencia que puede marcar su trayectoria. Es un test de ambición, que juzgará qué quiere ser la Real de mayor, a qué aspira de verdad en esta temporada canalla en la que todavía no se puede descartar ni una inmensa satisfacción por una clasificación europea ni incluso un conato de catástrofe en el caso de encadenar malos resultados, ya que la parte media baja está extremadamente apretada. Enfrente estará uno de los equipos del momento, un Valencia que comenzó la campaña torcido, pero que la va enderezando tirando de catecismo y de cracks y al que su inconformista afición ya le exige un puesto de Champions para la próxima campaña, amén de intentar ganar la Europa League o la Copa. A pesar de eso, los de Imanol tienen una gran oportunidad de reivindicarse como ‘outsider' europeo en un campo que fue su jardín durante muchos años y contra un oponente henchido por sus últimos resultados, pero también exhausto por un rally de encuentros que no cesa -el jueves en Copa ante el Betis, mañana la Real en Liga y el jueves, el Celtic en Europa League-. El fútbol agita a los equipos como si de una ciclogénesis se trata: Marcelino estuvo con un pie fuera hace unos meses y la Real echó a su técnico y ahora pelean por ser gallitos