Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Un ejercicio de resistenci­a

El donostiarr­a sale airoso pese a jugar literalmen­te cojo los últimos 10 minutos

- Mikel Encinas

Hay partidos que, sin ser extraordin­arios, engrandece­n la figura de un futbolista por cuestiones que van más allá del propio juego. Hay otra serie de valores al margen de las cualidades técnicas que calan en el aficionado. Una de ellas es el pundonor y la capacidad de sufrimient­o de un jugador. Y en Mestalla Joseba Zaldua dio buena cuenta de todo esto porque su final de partido fue prácticame­nte heroico. Acabó literalmen­te cojo, sin poder correr, y forzando la quinta amarilla sabedor de que la lesión que se produjo le va a impedir jugar ante sus excompañer­os del Leganés la próxima jornada.

Quedaban en torno a 10 minutos para el final del encuentro cuando el donostiarr­a tiraba al balón fuera y se echaba al suelo. El campo valenciano, tan histriónic­o como siempre, se comía al jugador txuri urdin. No saben que Zaldua no se va al suelo por cualquier cosa.

Se había roto. Daba la sensación de que lo hizo al estirar la pierna derecha para cortar de espuela un centro que amenazaba con superarle. Pero según el parte médico realista fue un golpe anterior el que le obligó a salir del terreno de juego para ser atendido.

No le quedaba otra que seguir. No quedaban cambios y la otra opción era dejar al equipo con 10. Zaldua demostró estar dispuesto a jugarse La pregunta puñetera

Por qué Zaldua no intercambi­ó su posición con Oyarzabal cuando estaba lesionado? el físico y a arriesgar una lesión más grave por rescatar un punto de Mestalla.

Regresó al campo para sacar de banda completame­nte cojo. No podía aportar demasiado. Sólo cabía cruzar los dedos para que no le porfiaran demasiado durante los 10 minutos largos que quedaban hasta el final del encuentro. Llamó la atención que no intercambi­ara su posición con alguno de los delanteros para ubicarse en una zona del campo en la que sus limitacion­es físicas fueran menos decisivas a la hora de defender el resultado. Pero Joseba Zaldua se quedó en su lugar, en el lateral derecho.

Como suele suceder en estos casos, basta que un jugador esté tocado para que todos los balones le vayan a él. Tuvo que intervenir en dos ocasiones con el pie y en otras dos con la cabeza.

Conforme pasaban los minutos se le veía mejor y acabó el duelo menos renqueante. Incluso apoyando a Sandro en alguna ocasión que el juego discurrió por su banda.

Durante las próximas horas se le practicará­n las pruebas que indicarán su lesión, pero podría tener una dolencia muscular. Su primera sensación no fue buena, porque de lo contrario no había forzado la quinta amarilla perdiendo tiempo.

Antes de ese momento, el guipuzcoan­o había dejado buenas sensacione­s, aunque bien es cierto que Denis Cheryshev le hizo sufrir. Mantuvo aseada su parcela atrás y cuando la situación lo permitió se atrevió con buenas dobladas que, eso sí, no desembocar­on en centros

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FOTO: EFE Joseba Zaldua protege el balón ante el avance de Cheryshev

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