Más competir y menos Neymar
Hay que recordar que fueron los veteranos del Barça los que empujaron a Bartomeu a meterse en la guarida del PSG para luchar por Neymar. Hasta el recién llegado Aleñá se apuntó para quedar bien con Messi mientras Jordi Alba tuvo los bemoles de decir que esto ya cansa mucho. Y en el nuevo contexto, es Florentino el que lo desea para cobrarse una vieja deuda pero, sobre todo, para bañar de ilusión el desierto lunar del último año porque para Zidane la prioridad es Pogba. Es decir, un equipo musculado y bien armado. Acostumbrados a los ‘galácticos', Hazard no llena a la afición y hay que remitirse a su discreta presentación para escuchar el grito “Mbappe, Mbappe” de la grada. La herida por la marcha de Cristiano no ha cicatrizado y lo sigue pagando el Madrid. En Balaídos el mejor fue Casemiro y se intentó ‘resucitar' a Bale para luego recolocarlo al PSG. Cada uno puede pensar lo que quiera, pero en esta disputa canina prima una rivalidad ciega por encima de profundos criterios deportivos. Se impone preguntarse ¿hacia qué club decantaría Neymar el potencial deportivo entre los dos rivales? ¿Les hace realmente falta, a quién debilitaría más el equipo?
EL BARÇA CERRÓ LA LIGA A UNA distancia cósmica sobre el Madrid (19 puntos) que habla de su mayor potencial, pero aún con Neymar de jugador blanco, sin estructura clara de juego y con el pobre ‘revival' que propone ZZ, el Real se aproximaría. La hegemonía blaugrana de la Liga parece muy posible y ganar la Champions, más que depender de tener a Neymar o no, se gana si se está a la altura del empeño y se pone la pasión y la competitividad que requiere. Para ello, hay que volver a la tierra y abandonar el perfil negligente de Anfield visto en Bilbao. Neymar no puede ser la excusa y jugar con las cuatro estrellas juntas parece un exceso. El brasileño aportaría ocasiones y gol al Madrid, una magia que hace tiempo no existe pero desubicaría a Hazard. Cuando Ney se pone la camiseta se pone la de Neymar FC y llegaría con una mochila repleta de bullicio, juergas y viajes ruidosos. El Barça no debe obsesionarse si el vestuario hace bien su trabajo ●