EPICO NADAL
➔ Sumó su cuarto US Open a los 33 años y el 19º título de Grand Slam que le sitúa a solo uno del récord de Federer ➔ La brillante reacción del ruso Daniil Medvedev convirtió la final en un espectáculo único de tenis, pasión y emoción
➔ A sus 33 años Rafa Nadal apunta a una carrera y un palmarés eternos. De Roland Garros 2005 al US Open 2019 acumula una exitosa trayectoria que tuvo un capítulo excelso en Nueva York. El manacorí ganó por cuarta vez en Flushing Meadows, donde ya había sido el mejor en 2010, 2013 y 2017.
Es su decimonovena corona de Grand Slam. Si de Roland Garros se marchó más cerca que nunca de las veinte récord de Roger Federer (38 años y a cero desde Australia 2017), encarará la próxima temporada a sólo una del suizo y alejándose del siempre peligroso Novak Djokovic (32 años y 16).
Este pulso del llamado ‘Big Three’ (Los Tres Grandes) está llevando a sus protagonistas a cotas que rozan lo imposible. Se van empujando los unos a los otros a límites insospechados, invitando a una inmortalidad deportiva que los convierte en héroes de una era dorada del tenis y también en dictadores insufribles para el resto del los mortales. Han monopolizado los últimos doce Grand Slams disputados, desde el estreno de Federer en Wimbledon 2008 han acumulado 55 de 66.
Nadal ha contribuido con 12 Roland Garros, 4 US Open, 2 Wimbledon y 1 Open de Australia en 27 finales ‘grandes’ disputadas. Son 84 títulos profesionales. También dos olímpicos, uno individual (Pekín 2008) y otro de dobles (Río 2016), así como cuatro Copas Davis. Pero su figura va mucho más allá de unos resultados, es un ejemplo vivo de cómo reinventarse a diario, mantener la ilusión y querer mejorar en cada entrenamiento y partido. Nunca se le ha visto estrellar una raqueta contra el suelo, un detalle de los valores que transmite y que interiorizó desde niño con su tío Toni.
Nadal es un fenómeno único, digno de un estudio profundo y sosegado con el paso del tiempo. Se hallaba en forma y ante una ocasión única, y no deja escapar una situación así salvo que se interpongan en su camino elementos fuera de su control, sobre todo traiciones físicas. Si debe sufrir y agotar la última gota de sudor, empujado por un adversario capaz de llevarle a la extenuación, lo acepta y se aplica sin condiciones.
Por ello batió con un tenis espectacular y contundente a un también excelso Daniil Medvedev, 23 años y nº 5 del mundo (hoy ya cuatro), por 7-5, 6-3, 5-7, 4-6 y 6-4 en 4 horas y 49 minutos para guardar en la memoria como una joya. Una barbaridad de final. Sufrió tanto Nadal que se tendió emocionado tan largo como es en la superficie de la central. Lloró tras vencer y mucho más viendo el repaso de todos sus ‘grandes’ en los videomarcadores del estadio.
El ruso demostró por qué ha disputado cuatro finales seguidas este verano, exhibió estar dotado de un juego y mentalidad privilegiados, alcanzando el punto de madurez necesario para codearse con la exigente élite actual. Condujo al límite a Nadal, que rozó la corona
varias veces, pero se vio abocado a temer por una derrota que parecía un imposible cuando se halló ‘break’ arriba en la tercera manga (3-2), en la que tuvo dos bolas para ponerse 5-3 y saque para ‘match’.
La brillante reacción del moscovita desató la locura, el público se calentó ante tal espectáculo. Y pudo la veteranía, la magia y también la mayor energía de un Nadal menos desgastado en los días y semanas anteriores que Medvedev, que pidió asistencia del fisioterapeuta (masaje en el muslo izquierdo) durante una quinta manga frenética, de giros inesperados de guión. Una obra maestra del suspense.
Del 5-2 al 5-4 y 30-40
En medio de una exhibición de golpes definitivos, continuas subidas a la red, de ejercicios poderosos de saque y volea, por ambos jugadores, Nadal se adelantó 5-2 y saque Nadal. Agotado y nervioso, no remató. Tampoco con 5-3 porque Medvedev remontó dos bolas de ‘match’. Necesitó levantar un 3040 y definir a la tercera con su servicio.
Medvedev apretó hasta lo inimaginable, no parecía tener fin su depósito de talento y fuerzas. Nadal también se exprimió al máximo y tocó la gloria. Muy trabajada, en otro día de esos ‘made in Rafa’, con el extra de haberse mantenido firme con la dificultad de verse en cómodamente en el cielo y de repente sentirse empujado hacia el infierno, que acabó esquivando con esa capacidad de sobreponerse a la dificultad, de aceptar en cada momento lo que tiene él, con lo que cuenta el rival y la cuota de agonía que soportar, siempre desde la directiva de no cejar en el empeño hasta la última bola.
Nadal firmó su undécimo encuentro seguido ganado, se ha impuesto en 27 de los últimos 28 jugados. Son 46 victorias, por las 50 de Medvedev, aún líder de la campaña en este concepto. El mejor en Roma, Roland Garros, Montreal y Nueva York, el manacorí apunta al nº 1 mundial de Novak Djokovic, se queda a 640 puntos del serbio y sin nada que defender hasta la conclusión del curso.
Cuatro como John McEnroe
Lo de Nadal no tiene límites. En abril pensaba seriamente que necesitaba parar durante un tiempo ya que estaba cansado de sufrir tanto dolor en su cuerpo por las continuas lesiones. Le inquietaba especialmente que no sólo no podía jugar a tenis, sino que veía comprometida su vida cotidiana.
En septiembre iguala los 4 US Open de John McEnroe. Deja atrás los 3 de Djokovic y Lendl y se pone a uno de los 5 de Sampras, Connors y Federer
Rafa acarició la victoria en tres sets, pero se vio forzado a sufrir un quinto y a 4h.49’