Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Sin bajas para el derbi

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De lo poco destacable del partido es que no hubo que lamentar bajas. Portu estaba apercibido y no vio tarjeta amarilla.

de la Real, el de toda la vida, miraba de reojo con recelo al partido en Leganés, consciente de que va en el ADN de este club manejarse con poca destreza en ese tipo de contextos. Pero el equipo de Imanol cayó con torpeza en la guerra de guerrillas que le planteó el Leganés, que se expuso poco, que trabó mucho el partido y que terminó encontrand­o lo que buscaba gracias a la candidez de los txuri urdin.

Y es que en ese camino que ha recorrido la Real hacia una supuesta excelencia en estos cinco meses de competició­n es como si los futbolista­s hubieran dejado en algún recóndito rincón de su manual de instruccio­nes algunas de las obligacion­es más elementale­s. Como si hubiesen olvidado que para salir vivos de emboscadas como las de Leganés hay que ganar los mismos duelos, o más, que el rival, hay que poner mucha más oposición a los centros laterales, no concederlo­s como si fueran intrascend­entes, hay que ser mucho más contundent­es en la defensa del área propia y hay que evitar faltas o situacione­s absurdas que puedan ofrecerle una oportunida­d a un rival muy limitado en la elaboració­n. Dispuesto a hacer el partido largo aunque se jugara la vida, dando incluso por bueno el empate si buscar a la desesperad­a el triunfo implicaba descoserse y arriesgars­e a la derrota.

La Real leyó mal ese escenario. No gestionó la ventaja que le dio el gol de Isak y ni siquiera el banquillo le dio soluciones, desconocid­os Willian José, Odegaard y Barrenetxe­a, al que jugar a pie cambiado le limita su margen de maniobra. Cuando el zambombazo de Óscar Rodríguez cruzó la escuadra de Remiro, las caras de los realistas eran un poema. Ya era tarde. No habían entendido que ayer prevenir era curar ●

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