En el medio de la nada
n el medio de la nada, la Real ascendió a la cuarta posición de la Liga. Y, lo que es mejor, obtuvo cuatro puntos de ventaja sobre el séptimo clasificado y ocho respecto al octavo, cuando sólo faltan 11 partidos para terminar la temporada. El paso de gigante que dio para estar la próxima campaña nuevamente en Europa al ganar por primera vez en su historia en Primera División en Ipurua sería un motivo de celebración absoluto, si no fuera porque el éxito se consiguió en un escenario absolutamente fantasmagórico. Las medidas para tratar de contener la expansión del coronavirus provocaron que el de ayer en Eibar fuera el primero de los 21 partidos que en las dos próximas semanas se jugarán a puerta cerrada en la liga española, un panorama desolador que lo único que garantiza es el negocio. El espectáculo sin gente no es que sea menos espectáculo, es que es otra cosa. No parece fútbol. Parece un ‘interbares'. Un deporte de alto nivel que no transmite pasión, que no hace vibrar debido al silencio de la grada, en el que apenas parece haber emoción es un producto que, en ese formato, pierde todo su interés. Tampoco contribuyeron a ello los dos máximos exponentes del fútbol guipuzcoano. Unos porque, si no mejoran, corren serio riesgo de descender a Segunda, y otros porque su apuesta era un partido práctico, ‘modo Miranda', conscientes de que les podía bastar, como así fue, perpetraron uno de los mayores ‘petardazos' de la temporada. La Real es cuarta, sí, pero ayer en Ipurua no hubo demasiado que celebrar ●