Tom Brady, el ex patriota: ¿Dónde jugará este año?
➔ Tras 20 campañas en New England, el nº 1 de la historia está a punto de cambiar de aires con 42 años
➔ Desde hace semanas es el monotema del deporte USA: Tom Brady, considerado el mejor jugador de la historia, tiene pie y medio fuera de la que ha sido siempre su casa desde que entró en la NFL hace 20 años, New England Patriots. Nadie sabe (aún) si es un hecho y, en caso afirmativo, adónde irá. Sin embargo, hay dos hechos incuestionables: 1) El próximo lunes su agente, Don Yee, podrá iniciar contactos oficiales con otras franquicias porque se abre el período reglamentario para ello. Y 2) El miércoles 18 de marzo, a las diez de la noche hora española, se convertirá en agente libre por primera vez en su carrera y quedará exento de la atadura contractual con New England que se ha mantenido incólume durante dos décadas.
La sociedad más productiva de la historia del fútbol americano, formada por Brady y por el ‘coach’ Bill Belichick, que ha dado seis anillos de campeón y nueve presencias en la Super Bowl a la franquicia de Boston, está a punto de deshacerse. Quedará para los anales del deporte el hecho improbable de que se cruzaran dos presuntos perdedores, un técnico visionario sin pedigrí – Belichick había sido despedido por Cleveland Browns– y un joven quarterback sin gancho –fue seleccionado en 6ª ronda de draft, en el puesto 199– y construyeran juntos la dinastía más dominadora de siempre.
Tom siempre ha sido muy celoso de su vida privada y desde luego también lo es de la llave de su futuro. No pasan dos minutos sin que algún analista alimente con rumores el anuncio de una separación que parece inevitable, pero la realidad es que nadie sabe nada a ciencia cierta. Sí ha trascendido que hace unos días Belichick y Brady tuvieron una conversación telefónica que no acabó demasiado bien no porque no se conozcan y se respeten, sino porque tienen visiones opuestas de cómo enfocar el futuro dentro de los Patriots en caso de que Tom permanezca allí.
El dinero es irrelevante
No es una cuestión de dinero. Ni Tom necesita un contrato multimillonario que abrigue su ego y su cuenta corriente ni New England, con su propietario Robert Kraft al frente, se mostraría rácano a la hora de honrar generosamente los últimos pasos del hombre que le dio su imperio. Brady pretende terminar su carrera donde ha estado siempre, en lo más alto, y los síntomas de la última temporada en New England no han sido alentadores de cara al futuro inmediato. Se clasificaron para el playoff pero cayeron en casa ante Tennessee Titans, confirmando las malas sensaciones que se habían instalado en Foxborough a partir de media campaña. Fieles a la filosofía implantada por Belichick, los Pats habían confiado en que la varita mágica del ‘coach’ para detectar el talento barato surtiera el efecto usual, pero esta vez no fue así. Un cuerpo de receptores mermado y poco consistente y una línea de ataque más porosa de lo habitual dejaron en evidencia a Brady, cuyas estadísticas languidecieron sin objetivos hacia los que lanzar ni tiempo suficiente para hacerlo con precisión.
El técnico es reacio a tirar de chequera para reforzar el equipo con agentes libres caros y de renombre y sigue apegado a su olfato de viejo zorro capaz de detectar oportunidades de saldo a las que convertir con trabajo y filosofía táctica en buenos, y en ocasiones incluso excelentes, jugadores. Por el contrario, el quarterback no quiere inversiones a largo plazo porque es consciente que con 42 años (cumplirá 43 en agosto) le queda poco tiempo y necesita un equipo sólido de inmediato para tener la despedida que sueña. No parece haber un punto de encuentro posible entre ambas posturas.
En caso de que Tom Brady se vaya de Boston, ahora mismo la apuesta más probable, los dos destinos más mencionados por los analistas de la NFL son los Raiders y los Titans. Y el primero parece sobre el papel una apuesta redonda para franquicia y jugador.
Viva Las Vegas
Los Raiders estrenan este año nueva sede. Han dejado su tradicional hogar en Oakland (California) para establecerse en Las Vegas en un imponente estadio de nueva construcción, el Allegiance Stadium, que costó 1.800 millones de dólares, y necesitan un golpe de efecto para cimentar su nueva ‘fanbase’. El equipo tuvo un pobre rendimiento el pasado año y buena parte de la culpa se le achaca a la irregularidad de su quarterback titular, Derek Carr. Traer a una superestrella como Brady garantizaría notoriedad y un tremendo impacto mediático en una ciudad que es el emblema del dinero en EE.UU. Sin embargo, algunos jugadores del equipo han mostrado sus dudas al respecto y la posibilidad parece haberse enfriado en las últimas horas.
Por lo que respecta a Tennessee, es una apuesta deportivamente más sólida. Fue la gran sorpresa de la pasada campaña plantándose en las finales de Conferencia, tiene al runningback más poderoso de la Liga (Derrick Henry) y es una franquicia en crecimiento. Uno de los principales responsables del éxito es el quarterback Ryan Tannehill, traído desde Miami Dolphins y que sustituyó al titular Marcus Mariota a media temporada. Al igual que Brady, Tannehill se convierte ahora en agente libre y una pista clave para saber si los Titans van a por Tom será si colocan la etiqueta de jugadorfranquicia sobre su actual quarterback; de hacerlo, dejarán claro que cuentan con él y, en caso contrario, el camino quedará expedito para el GOAT.
En la NFL es muy raro que un gran jugador permanezca en el mismo equipo toda su carrera. El quarterback Joe Montana se retiró en los Kansas City Chiefs tras 13 años y 4 anillos con los 49ers, y otro tótem de San Francisco, el receptor Jerry Rice, pasó por tres equipos más tras 15 años en el equipo de la bahía. El último supercrack que sólo vistió unos colores fue el expeditivo defensor Ray Lewis, que permaneció 16 campañas en los Baltimore Ravens, ganando dos anillos ●
Nunca hasta hoy había sido agente libre y ahora decidirá dónde quiere jugar
Las Vegas Raiders y Tennessee Titans son los destinos con más posibilidades