El público, a la cola

l fútbol se reanudará dentro de una semana sin público en las gradas, como mal menor. Se da por legítima la argumentación, empleada durante estas semanas, de salvaguardar el fútbol, como industria, por todo lo que supone para mucha gente en este país, pero va de la mano la devaluación que experimenta el producto sin gente en las gradas. Es cuestión de tiempo que pierda todo su interés, como se demuestra con los partidos de la Bundesliga, convertidos en exóticos productos sólo para muy forofos, superada la novedad inicial. A medida que se acerca el reencuentro con la competición, se empieza a poner más énfasis en la importancia de recuperar al público, consciente la propia industria de su peso en el negocio. Es curioso que ahora se pueda tratar de acelerar la repoblación de las gradas, cuando desde hace años es el aficionado, precisamente, el más maltratado por la industria, con horarios inhumanos y precios desorbitados, por poner un ejemplo. De momento, cuando el balón ruede, al seguidor le tocará seguir a la cola. Quizás no por mucho tiempo. Siendo razonables las justificaciones de Irene Lozano, que persigue la igualdad de la competición tratando de garantizar que los campos se abran en todas partes a la vez, colisionarían directamente con la legalidad, que concede a cada autonomía el derecho de decidir si se abren los estadios de los clubs de su territorio. ¿Si el 1 de julio podría haber un partido de pelota en Irun con un porcentaje del aforo permitido, qué razón hay para que no haya público en el fútbol? Hay partido ●