El mayor golpe de la temporada
Quedaban unos cuantos años para aquello. Todavía en los albores de su explosión y tras un sonoro varapalo en el Rico Pérez de Alicante (5-1, con el de Macon partiendo desde el banquillo), Griezmann y la Real recibían en la undécima jornada al Recreativo con la necesidad de despejar dudas. Un encuentro igualado, con ocasiones claras para ambos equipos y que se resolvió en los minutos finales.
Faltaba menos de un cuarto de hora para el 90 cuando Sergio trazó un pase magistral con el exterior a la espalda del lateral derecho. El entonces ‘27’ leyó el desmarque, miró a los ojos a Guaita y le batió por bajo, con la tranquilidad de un cirujano.
Felicidad en estado puro
Un tanto que Griezmann salpimentó con una celebración especial, la primera de las suyas. Si ante Huesca y Salamanca corrió feliz y en Alicante no había motivos para el festejo, frente al Recre coqueteó con eso de gustarse después de marcar. Habría que esperar un par de meses para su salto a la nieve contra el Cádiz o algún año para que se colase en un coche contra el Depor. La de aquel día fue más modesta: se sentó en la silla del recogepelotas y, con su sonrisa inconfundible, empezó a aplaudir. Felicidad en estado puro.
“Corearon su nombre desde todos los sectores del campo, incluso desde los bares de la Avenida de Madrid... Desde toda Gipuzkoa. Qué gol, qué chaval, qué triunfo, qué situación, que ilusión”, recogía la crónica de MD al día siguiente. Griezmann sonreía y con él lo
El gol de Griezmann y el triunfo ante el Recreativo cayeron como agua de mayo en pleno noviembre para la Real. Era el mejor analgésico ante el varapalo sufrido en la visita al Hércules, una semana antes. El conjunto txuri urdin recibió la mayor goleada de la temporada (5-1). Cuatro de los cinco tantos alicantinos llegaron después del descanso.
Lasarte introdujo rotaciones, dejando a hombres como Agirretxe y, especialmente, Griezmann en el banquillo. El galo saltó al césped en el minuto 63, con 1-0 en el marcador, pero a los pocos instantes Tote firmó el segundo. El partido estaba roto y la Real no pudo reaccionar.
El de Macon anotó el único tanto de aquella mañana, el que supuso el 3-1. Una derrota de la que, afortunadamente, el equipo no tardó en levantarse ●
hacía una afición entregada a su nuevo ídolo. El ‘show’ acababa de empezar.
En el vagón de cabeza
El triunfo tuvo un efecto balsámico una semana después del varapalo de la visita al Hércules. La Real volvía a dormir líder (el Cartagena le arrebataría esa posición
El entonces ‘27' se sentó en la silla del recogepelotas y aplaudió sonriente
“Qué gol, qué chaval, qué triunfo, qué ilusión”, recogía la crónica de MD
al día siguiente) y comenzaba a consolidarse en la parte alta de la tabla. La Liga amenazaba con partirse y los de Lasarte se instalaban en el vagón adecuado.
La visita al Carlos Belmonte reportaría un punto más al casillero txuri urdin. Un 0-0 que les dejaba en tercera posición tres 12 jornadas. A partir de entonces, la Real no se bajaría de los puestos de ascenso en todo el curso ●