Salvar la Vuelta a Burgos
Puede que la Vuelta a Burgos (28 de julio-1 de agosto) no goce del renombre de otras grandes citas, pero su presencia en el calendario este año es clave, pues supone el regreso del pelotón a la competición tras el parón por la Covid-19. Por esta razón, el presidente del Instituto para el Deporte y la Juventud (IDJ) de la Diputación de Burgos, Ángel Carretón, está intentando que se acabe disputando. Contaría con la flor y nata del ciclismo, a la espera de lo que dictamine la Junta de Castilla y León y el Ministerio de Sanidad ● elevado que en el fútbol porque hay más sufrimiento a nivel pulmonar. Hay más riesgo que se pueda contraer, sobre todo entre los ciclistas o las personas que son asmáticas de verdad, más que en las que sufren asma inducida por el deporte”, diferenciando entre la persona que de por sí es asmática, y que utiliza un aerosol haga o no deporte, y a la que el deporte le induce a esta hiperactividad bronquial. “Se trata de una afectación pulmonar, y si hubiera un contagio por coronavirus los asmáticos de verdad podrían ser los más vulnerables, pudiendo verse afectado su sistema pulmonar. Hablamos de personas relativamente jóvenes y sanas, aunque es un deporte con una exigencia máxima. Todo dependerá del sistema inmunológico, de cómo lo tengan, de que éste no se deteriore. Hablamos del Tour, donde la exigencia es brutal”, insiste el Dr. Brotons.
Los responsables de la ronda gala a buen seguro son conocedores de esta situación y como apunta el Dr. Brotons lo más lógico sería pensar que a las personas desplazadas a diario en el Tour –4.500 en 2019– les sometan a un test de prevalencia, de PCR y a un cuestionario de Covid-19 para certificar que están sanos para competir, sobre todo por las propias condiciones de la carrera, en la que a lo largo de muchos días y kilómetros se rueda en grupo, 176 ciclistas, por cuanto el riesgo es mayúsculo cuando se fuerza el ritmo de verdad.
Ver aquellas clásicas imágenes del corredor dándolo todo con la boca abierta, buscando aire donde no lo hay, puede convertirse en síntoma de preocupación más que de aplauso. “El peligro está sobre todo en el máximo esfuerzo. Cuando hablamos tiramos pequeñas gotas por la boca que son las que infectan, pero cuando hiperventilas estas gotas pueden ir más allá del metro y medio dos metros de la distancia de seguridad, y se habla que en bici esta distancia puede ser de los dos a los 20 metros”. Cierto es que intervienen factores como la dirección del viento y una temperatura que pueda ser o no más permisiva con la Covid-19, por no hablar de los más que cotidianos resfriados en grandes vueltas ciclistas, fruto de los cambios climatológicos y la exigencia física y la propia movilidad de la carrera, que no ayudan precisamente.
Una realidad que también se vivirá después en el Giro y la Vuelta, las otras dos grandes, pero que a priori deben registrar condiciones más frías, y sobre la que ya se podrá trabajar a partir del 28 de julio en la Vuelta a Burgos, si finalmente se acaba disputando ●
El máximo peligro vendrá en el mayor esfuerzo. Las gotas de la hiperventilación irían del primer ciclista al que le precede y así sucesivamente”