Comienza la reconquista
➔ La Real centra su tarea en reconstruir su juego tras mostrarse noqueada sobre el césped de Mendizorroza
➔ Toda situación, por mala que parezca, es susceptible de empeorar. Pero no parece fácil. Por momentos, en la segunda parte de ayer en Mendizorroza, la Real se mostró groggy, noqueada. Un compendio de jugadores desorganizados, condenados a su suerte, sin un patrón futbolístico al que agarrarse. Ni con el balón, especialmente, ni sin él. Con una propuesta constructiva desacreditada por segundo partido consecutivo ante un rival bien organizado en el repliegue. Y derrotados sin discusión en el combate cuerpo a cuerpo, en la batalla de la agresividad, los duelos terrestres y aéreos. Poca opción a réplica le queda al equipo de Imanol. Tocó fondo. Esperemos.
Los defectos esbozados frente a Osasuna, compensados en la segunda parte con una corajuda reacción y el desacierto navarro, se amplificaron en Mendizorroza. La posesión estéril, ese “tener el balón sin hacer daño es en balde” que radiografió mejor que nadie Igor Zubeldia a la conclusión, adquirió niveles preocupantes, por muy elevados, en los primeros 45 minutos frente al Alavés. Pero es que la segunda parte, además, la cuestión lejos de corregirse, se desmoronó.
Un equipo fácil de desactivar
La Real post-coronavirus es un equipo muy sencillo de desactivar.
Confuso VAR
Lo peor que puede ocurrirle al videoarbitraje es que sus decisiones no estén claras, y más si se trata de un gol. Ayer sucedió.
Máxime para técnicos dotados para combatir desde la reactividad a sus adversarios como Jagoba Arrasate y Asier Garitano. Con matices en sus propuestas, el Alavés explotó a la perfección los enormes problemas que tienen los centrales de la Real para meter un buen balón interior a sus centrocampistas. Una idea, la de salir jugando, que no contó con la alternativa de buscar un golpeo para intentar desencallar el juego. Una especie de fundamentalismo mal entendido que ya llevó a la Real al desastre en la época de Eusebio.
No hay tiempo para otro libreto
El desconcierto viene magnificado por cómo se ha visto jugar a este equipo. Ayer, como ante Osasuna, parecía otro. Un equipo tan acostumbrado a brillar con el esférico es difícil que tenga la capacidad de remangarse y, al venir mal dadas, presentar batalla en esa guerra de guerrillas en la que el Alavés sacó sobresaliente. Joselu, él solo, trajo en jaque a toda la defensa, ganó todos los duelos, y la consigna de derribar a cualquier realista en cuanto hicieran un conato de atacar fue llevada a rajatabla por el Alavés. En cuanto intuyeron una transición, el hombre de la Real fue al suelo.
Los dos primeros partidos tras el parón han enviado a la lona a la Real de forma tan inesperada como contundente. El equipo se centra ahora en reconstruir su juego ya que no hay tiempo para llegar al éxito con otro libreto. Es esencial dotar de alternativas a la propuesta. Lograr otra verticalidad, otra viveza y otro juego interior para poder ser quiénes fueron. La Real, ahora desfigurada, era la princesa del baile hace sólo unos meses. Comienza la reconquista ●