¡Otra vez en Europa van a ver a la Real!

ra imposible que la Real no consiguiera anoche el pasaporte europeo para que su gente muestre con orgullo su escudo y sus colores por el viejo continente. El fútbol no podía ser tan injusto. Una propuesta tan valiente que se ha mantenido en Europa durante 34 de las 37 jornadas restantes no podía quedarse sin premio. Un grupo de chavales demostró durante los meses de febrero y marzo credenciales suficientes como para que una parroquia, que nunca falla incluso cuando no puede entrar en el templo de Anoeta, alentara hasta la última palada. Quedaba un último empujón. Había que apretar los dientes, cerrar los puños, remangarse y desear con fuerza que ese disparo de

Januzaj

besara la red del Metropolitano. sa falta la botó Gipuzkoa entera. Piernas de por medio. Obstáculos que querían dejar a la Real con la miel en los labios una vez más. Arbitrajes impropios del nivel de la cita, lesiones de gravedad, horarios injustos que atosigaron durante un mes entero. Todo eran adversidades. Pero no podía ser, no iba a pasar lo mismo que en Cornellà. Este club, esta afición, estos jugadores, ese magnífico staff técnico dirigido por el mejor entrenador que puede tener la Real hoy en día, no podía quedarse sin cumplir con el objetivo. Griten y bailen conmigo: “Todos nuestros hijos se pondrán a llorar... ¡Otra vez en Europa van a ver a la Real!” ●