Regreso al pasado
l Antiguoko nos regaló ayer un inesperado viaje en el ‘Delorean’, en este caso al pasado. El club que preside Edorta Salegi, al más puro estilo Christopher Lloyd en la exitosa saga futurista de los 80, nos devolvió a un tiempo olvidado y, 19 años después de separar sus caminos, volvió a unir el destino del club donostiarra a Ibaigane. Una maniobra difícil de entender desde el prisma de la mayoría del fútbol guipuzcoano, que ahonda en la complicada relación que el club celeste mantiene con no pocos equipos de nuestra provincia con los que no sólo cohabita sino a los que necesita para competir. Fueron muchos los clubs guipuzcoanos que ayer cerraron filas públicamente en torno a la Real y sus valores, censurando implícitamente los del club antiguotarra y oponiéndose a un movimiento egoísta y antinatural. El único motivo por el que puede justificarse una firma de este calado es el económico. El Antiguoko se va con el Athletic por dinero y está en su derecho, pero eso no evita que su gesto sea juzgado como una deslealtad incomprensible. Al fin y al cabo, el Antiguoko lo forman una mayoría de futbolistas cuyo sueño es jugar en la Real y compite, en gran medida, dentro de una estructura ideada para formar jugadores para la Real, que la mayoría de clubs acepta. Ellos, sin embargo, trabajarán ahora hasta 2030 para el mayor enemigo del club blanquiazul. El jugador del Antiguoko que quiera jugar en la Real podrá seguir haciéndolo porque son menores y deciden sus padres pero eso no evitará esa eterna sensación existente con el club celeste de que va en dirección contraria ●