Fútbol sin compasión

l fútbol actual tarda poco en recordar, de cuando en cuando, su principal característica: no tiene compasión. Basta una llamada de teléfono para comprobarlo. “Hola, soy Zidane, quiero que juegues en el Madrid”. Esa sencilla conversación figurada entre el entrenador del Real Madrid y Odegaard ha puesto patas arriba el mundo Real. Conviene no hacer dramas de la cuestión. La noria seguirá rodando y la Real, camino de sus 111 años de vida, se reinventará. Pero, de igual manera, conviene no olvidar que las reglas del juego en la actualidad tienden en exceso a olvidar que los clubs de fútbol, en especial los que están enraizados en su pueblo por su peculiar idiosincrasia, como la Real, son una enorme fábrica de crear emociones, ilusiones y sentimientos. Y en una campaña en la que muchos jugadores han rendido a un nivel soberbio en la Real, Odegaard era el rostro de tanta ilusión, el símbolo de ese fútbol ambicioso, eléctrico y vertical que tanto ha hecho disfrutar al aficionado txuri urdin. Un chaval alegre, honrado y generoso que no será sencillo olvidar. Sólo una llamada de teléfono basta para que todo explote. Para que la gran relación entre Aperribay y Florentino quede, cuanto menos, en entredicho cuando el Madrid no cumple su palabra de ceder al jugador dos años. Para dejar en evidencia, sin que él tenga culpa, el compromiso del futbolista, que ya había confirmado a la Real su voluntad de seguir. Para que la ilusión de muchos realzales, por unas horas siquiera, se haya marchitado. Toca recuperarla ●