El virus eclipsa a Silva

l día que llegó David Silva a Donostia, Mikel Oyarzabal comunicó que ha contraído el covid-19. La expectación por la llegada del heredero al trono que ha dejado Martin Odegaard contrapuesta por la enorme desazón que supone ver a la bandera de la Real a media asta. Si Oyarzabal tose, a la Real le sobreviene una gripe. Es imposible entender al conjunto txuri urdin sin el omnipresente influjo que sobre él ejerce el auténtico monarca blanquiazul. Silva llega para dos años y en su puesta de largo, que tendrá lugar hoy en Anoeta, con todos los fastos, podremos comprobar que no busca un retiro dorado, que llega con el compromiso y el tono físico adecuado a la altura de una leyenda del fútbol español como es el canario. Si albergara la mínima duda de no poder rendir al nivel que lo ha hecho en los últimos años en el City, habría elegido continuar su carrera en una liga menor. No puede permitirse en estos dos años en la Real tirar por tierra, en primera línea de los focos mediáticos, el prestigio ganado durante más de una década de magisterio. Oyarzabal tenía siete años cuando gozó con Silva por primera vez en el barro de Ipurua. Ahora es el aficionado txuri urdin quien arde en deseos de ver una misma alineación con Zubeldia, Merino, Silva, Oyarzabal, Portu, Barrenetxea o Willian José. Es previsible que el eibarrés se recupere rápido. Lo que es más difícil de pronosticar es si el virus que no cesa va a permitir disfrutar con regularidad, sin sobresaltos como el de ayer, de todo el potencial que acumula esta Real ●