Una tarde para olvidar

i ya hace un tiempo que los amistosos de verano se han convertido en un descafeinado, pero obligado, trámite para simular situaciones reales, los de esta pretemporada del covid-19 alcanzan el rango de experimentos sin ninguna fiabilidad. Los ordenadores, los minutajes, el laboratorio funcionan más que nunca en este tipo de partidos al que los equipos, además, este verano llegan con menos rodaje que nunca. Pocas conclusiones se pueden extraer, por tanto, de un partido que la Real afrontó con doce bajas, en el que un sólo jugador de primera línea, Zubeldia, acumuló 60 minutos y en el que terminó jugando con el Sanse. La Real ratificó sus señas de identidad en cuanto a una ambiciosa y agresiva presión arriba, de lo mejor por momentos del partido, así como los riesgos que correrá sacando el balón de atrás. Uno, grosero de Le Normand, condicionó por completo el encuentro al regalarle un gol en el minuto uno al equipo de casa que, además, volvió a comprobar la escasa fiabilidad de Willian José lanzando los penaltis. No debe lanzarlos en partido oficial. Del posible 1-1 se pasó al 2-0 por una pena máxima más que discutible y ahí se acabó el partido. El Villarreal, que expuso poco con el balón y jugó bastante replegado, le dio poco ritmo al choque y se limitó a conservar el triunfo. Volver a casa, además de derrotados, con la lesión de un futbolista esencial como Monreal, convirtió la tarde en horrible. Para olvidar. Por mucho que algunos destellos de los chavales, algunos debutantes como Olasagasti, alegrasen un poco el rostro del aficionado txuri urdin ●