Las flores de asfalto
as flores nacen en ocasiones en las hendiduras del asfalto. Y sale el sol al final de un día de lluvia. El carrusel de bajas que ha azotado a la Real, por las lesiones y por la maldita pandemia del carajo, por lo menos ha permitido certificar, por si quedaba alguna duda, que la factoría sigue produciendo y que a la sombra del fulgor de las estrellas de la Real, que las hay y cobran como tales, hay jornaleros de la gloria que pueden rendir esperando a que se les reclute. Oyarzabal cayó, Januzaj ha sido invisible todo el verano, Silva fue presentado con el bicho, Illarra ni está ni se le espera en meses, la maldición llegó hasta Suecia e Isak no jugó por molestias... Habría que sobornar a Luis Enrique para que Merino hoy se quede recibiendo masaje y no salga un solo minuto. Todos estos contratiempos y esta pretemporada en la que Imanol no ha podido dirigir a su equipo en unas mínimas condiciones por lo menos ha permitido descubrir, como sucedió en julio con Zubimendi, la calidad de la zurda de Olasagasti, el mazo a balón parado de Roberto López, el sorprendente talento de González de Zárate para habilitar en largo a sus colegas, la consistencia de Gorosabel, la magia intermitente de Robert Navarro... La Real necesita a sus cracks, claro, para afrontar su temporada más esperada e ilusionante, pero, tal y como están las cosas, va a necesitar a muchos efectivos listos para rendir. Y, como demostró el Bayern en la Champions, hará falta algo más que un juego exquisito para competir: pelea extenuante e implicación de todos en el campo ●