El papel del capitán
Messi ha sido de lo más grande que le ha pasado al FC Barcelona en su historia. Todos los éxitos de los últimos 20 años llevan su nombre en primer lugar. Ha sido el número uno más constante en la excelencia del mundo del fútbol. Pero no ha jugado solo. El Barça ha tenido extraordinarios futbolistas todos estos años. Messi merece un respeto. Ellos también. No son parches. Hay algo que ha quedado fuera del tenso pulso de la última semana y que lleva a una reflexión más general: cuál debe ser el papel del capitán en un equipo.
LOS CAPITANES SON LOS ENCARGADOS cohesionar al grupo, defender a los compañeros, actuar de vehículo de trasmisión con el entrenador y representar al máximo nivel al club que pertenecen. No son uno más. Después de un 8-2 es cuando más se necesitan. Messi puede ser Dios jugando al fútbol, pero nadie es perfecto. Tras el descalabro, ha faltado una frase de ese vestuario pidiendo perdón a los aficionados blaugrana que sintieron vergüenza de la actuación del equipo en Lisboa. Messi no la ha dicho. Un capitán debe poner por delante de todo al equipo, a sus compañeros y al club. La imagen del Barça no sale reforzada después de una entrevista en la que se habla de falta de proyecto, parches, mentiras o amenazas. Es difícil imaginar a Puyol, seguramente uno de los mejores capitanes de la historia del Barça, cargando contra nadie, por mucha razón que tuviera.
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EL VESTUARIO DEL BARÇA exigía humildad después del 8-2, no el reparto rápido de culpas para eximirse en un entorno mediático y electoral propicio a atender bofetadas al palco, para ocupar con rapidez la butaca. Seguramente los compañeros de Messi hubieran querido otro discurso. No lo dirán. También los aficionados del Barça hubieran preferido que el primer capitán saliera a compartir la pena, no a excluirse y que toda la ropa sucia (que la hay) se tratara de lavar en casa. Lo excelso no es disparar al más frágil cuando hay dolor, es saber acompañar al afligido ●