Laia Sanz, 11 de 11 después de un esfuerzo heroico
La imagen de Laia Sanz al cruzar la meta del Dakar 2021 ayer lo dice todo. La catalana no pudo evitar derrumbarse en los brazos de Alberto Tomé, su mecánico desde 2016, y seguir llorando al recibir el afectuoso abrazo de su pareja, el también piloto de motos en el Dakar Jaume Betriu (que brilló terminando 12º en la general de motos en su segundo Dakar). Lloraba de alegría, algo que luego confirmaba con una enorme sonrisa. Al llegar al final de la edición de 2021 de la carrera más dura del mundo, la catalana había logrado aumentar su increíble registro de 11 ediciones del Dakar completadas de forma consecutiva en 11 participaciones, unos números que toman todavía más relevancia si se tienen en cuenta las circunstancias en las que tuvo que conseguirlo la piloto de GasGas.
La de Corbera de Llobregat llegaba con más dudas que nunca. No sabía ni si acabaría. La enfermedad del Lyme por una picadura de garrapata le amargó el 2020, y como dijo a MD, incluso había días en los que no podía ni levantarse. Tras terminar el anterior Dakar con nota, su año fue el peor ya no de su carrera, sino de su vida. Tuvo que superar una lesión en ambas manos y luego, la citada enfermedad. Pese a ello, ya en el desierto, superó las dificultades de la carrera y sufrió mucho el cansancio acumulado en un Dakar muy duro para llegar al final y superar incluso su posición de 2020, de nuevo como primera mujer y un 17º en la general
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