Con Imanol siempre se sale

os victorias en 16 partidos oficiales y una de ellas ante un Segunda B es una racha catastrófica, sin paliativos. Es una caída a los infiernos en toda regla del mismo equipo que nos hizo tocar el cielo en octubre. Han pasado dos olas de contagios por covid-19 y la Real sigue varada donde estaba a principios de noviembre, con Trump de presidente y cuando aún se podían comprar dulces y cortezas en Kuskulo. En esta tesitura es el entrenador el que acapara el foco, el señalado. Y es cierto que los aires de la tercera ola y la disparada tasa de incidencia de su pueblo, Orio -que está en 929 por cada 100.000 habitantes-, no están sentando bien al entrenador, que ha acumulado todos los errores de gestión y lectura de partido de año y medio en apenas unas semanas. Pero sigue siendo inconcebible a día de hoy que la Real pueda encontrar otro entrenador como él. Ha demostrado una sobrada capacitación para hacer funcionar, brillar y deleitar a la Real, algo que no está logrando ahora porque siempre surge algo, aparte de sus propios errores, que se lo impide y la aleja del triunfo. No estuvo fino el técnico cambiando de esquema y posiciones a sus jugadores en Sevilla, pero qué culpa tendrá de que Portu falle un gol más delante del portero para el 0-2 y de que a Mateu le dé por expulsar a un jugador por una acción que no ha visto. No tuvo culpa de que Silva forzara estando lesionado y se agravara su dolencia, ausencia que explica mucho de lo que está pasando, ni que no le trajeran el central que pidió en septiembre. La Real siempre sale, Imanol siempre le saca partido ●