El peinado de las máquinas pisa nieve
➔ Su trabajo es básico para el óptimo estado de las pistas de esquí
➔ Cada mañana cuando llegamos a cualquier estación de esquí que se precie las pistas ofrecen un estado impecable, con una nieve inmaculada y en un estado óptimo, a la espera de ser esquiadas y maltratadas por las suelas y cantos de los esquís y de las tablas. Para poder ofrecer unas condiciones perfectas para la práctica del esquí y del snowboard, las estaciones cuentan con un personal específico que cada noche se sube a unas máquinas denominadas pisa nieve para dejar las pistas bien peinadas a la espera de la visita de los esquiadores. Es un trabajo complejo, que se realiza a lo largo de toda la noche, en solitario y en el que los maquinistas trabajan bajo la luz de la luna para mover, tratar y reparar la nieve maltrecha después de una agotadora jornada de esquí. El objetivo de estas máquinas no es otro que el garantizar la calidad de la nieve y retrasar la fusión de la misma, y su trabajo consiste en distribuir la nieve natural o artificial a lo largo de las pistas, compactarla para hacer una buena base y mantenerla para proporcionar un terreno de juego a los usuarios de las pistas de buena calidad, siendo además su trabajo más que importante en la preparación de los snowparks.
Estos trabajos acostumbran a empezar a las cinco de la tarde, después del cierre de las estaciones, y finalizara a las nueve de la mañana, y antes de empezar su cometido a los maquinistas se les informa del sector que tienen que cubrir, ya que la superficie a trabajar es muy grande. Basta recordar, por ejemplo, los 162 kilómetros de pistas de Baqueira Beret, los 45 de Boí Taüll, los 25 de Espot Esquí, los 26,5 de Port Ainé o los 71 kilómetros de La Molina. Un trabajo que, como suele decirse, tiene que gustarte y que se lleva a cabo en todas las pistas, tanto en las fáciles como en las difíciles, en las que el grado de dificultad a la hora de trabajar es mayúsculo, dada la pendiente y el desnivel, por ejemplo, de las pistas negras. En este caso, las máquinas disponen de un cabrestante, que aumenta la seguridad de los maquinistas y les permite mayor efectividad en su trabajo. Las máquinas quedan ancladas en un punto de anclaje por un cable que puede llegar a tener 1.500 metros de longitud que quedan colgados en la pista, dibujando una situación muy peligrosa.
Es por ello que cuando las máquinas trabajan está prohibido el disfrute de las pistas para evitar accidentes, que de vez en cuando se producen, por más que el trabajo esté señalizado y advertido, además de las luces bien visibles que llevan las máquinas. Son especialmente peligrosos los cambios de rasante a determinadas horas de luz, habiéndose producido más de un susto con algún esquiador alpino rezagado o con algún practicante de esquí de montaña ●