El fútbol de siempre
➔ Los viejos hábitos llevan al triunfo a la Real con el VAR de aliado
➔ Pensar en que el Cádiz pudiera ganar en Donostia se hacía complicado. Nunca lo hizo. La Real se aplicó con determinada pulcritud a cumplir con el ritual. Se agarró a esas viejas costumbres para volver a cantar victoria en su estadio. Demasiado tiempo sin hacerlo. Recuperar el sabor del triunfo en Anoeta era el primer escalón a subir para pensar en reivindicar las aspiraciones de cara al último tercio del campeonato. Pero tan importante como volver a ganar era reconocerse a uno mismo en el espejo. Y por ahí reconquistó la Real su mayor legitimidad ayer ante el Cádiz.
Imponer la liturgia que históricamente condenó al Cádiz a la derrota en la capital guipuzcoana está bien como motivación pero lo que ejerció de factor determinante es que la Real recuperara sus viejos hábitos. Los que le convirtieron en uno de los equipos más poderosos del campeonato. Su fútbol. No fue la actuación más redonda de los txuri urdin en lo que va de campeonato, pero sí lo suficientemente reveladora de que con la mente algo más despejada, con los músculos menos fatigados y recuperando a la mayoría de efectivos, hay motivos para reafirmarse en los más ambiciosos objetivos cuando el torneo se asoma a sus tres últimos meses.
Apoyados en el momento de gracia de Isak, al que la desaparición de la escena de Willian José parece haber liberado y propulsado hacia la excelencia que exhibió la pasada temporada a estas alturas, y en ese asesino a sueldo silencioso que es Oyarzabal, capaz de poner patas arriba un partido marcando dos goles y provocando una expulsión antes del descanso cuando parece que no interviene, la Real se impuso al Cádiz con comodidad.
Es cierto que el VAR en este caso fue su aliado, pero no lo es menos que la roja no admitió discusión y que el destino del partido pareció siempre la victoria de la Real. Porque volvió a ser ese equipo con recursos capaz de atacar por oleadas. De anotar dos goles en dos tacadas de diez y cinco minutos respectivamente. De explotar la velocidad de Isak al espacio o la impagable listeza de Oyarzabal. De amasar la posesión en ventaja o de buscar algo más de vértigo en los metros finales. De dar la bienvenida a Silva y recuperar a casi todos sus mejores actores. Y de cabrear a su entrenador por marcar sólo cuatro goles en lugar de siete. El Cádiz perdió en Donostia. Volvió el fútbol de siempre. Y comenzó a volver la Real de siempre. La mejor noticia ●
La marcha de Willian ha propulsado a Isak hacia la excelencia del año pasado
La Real recuperó parte de los argumentos que fundaron sus más ambiciosos objetivos