Un naufragio peligroso
a eliminatoria había cogido mal color y el síntoma delatador, el más inequívoco, fue ver a Silva gesticular a la desesperada. En cuestión de centésimas, el guía estelar de la Real se trastabilló en solitario con el balón, perdió su control, el Manchester United salió en estampida y miró al tendido con los brazos abiertos, preguntándose qué estaba sucediendo. A Silva le pasó por encima un partido por primera vez en la Real; el primer naufragio de gran tamaño con Imanol; una desaparición en combate capaz de alterar el estado de bienestar decretado como norma general. Son las conclusiones más alarmantes de una apabullante paliza. La autoconfianza ha sido un potente baluarte de esta Real en sus momentos de esplendor. Cuidado: semejante baño puede cortocircuitar al equipo en los tres meses y medio que restan de competición. Porque es inútil tirar de cábalas: los dieciseisavos de final están ‘Out Trafford'. La Real se despidió de Europa ayer mientras un huracán le pasaba por encima. Un tornado de fútbol fuerte, rápido y decisivo. Todas las virtudes que se encargan en los tiempos que corren de dejar desnuda de recursos a la liga española. El Paris Saint Germain al Barcelona; el Borussia Dortmund al Sevilla; el Manchester United a la Real. Aviones físicos contra barcos de papel. Impera la corriente de los McTominay, un centrocampista bárbaro, capaz de sobresalir ante un trío de buena escuela como Illarra, Merino y Silva .¿Ysila Real cae en la tentación ahora de creerse inferior después de tan abultado revés? Un 0-4 así deja huella ●