Demasiada poca intención

e igual manera que el partido en Ipurua se decantó del lado de la Real por un error del Eibar, otro fallo del conjunto txuri urdin en el posicionamiento de la línea ante el lanzamiento de Sandro decidió en su contra el partido en Huesca. Aunque la sensación de superioridad de la Real sobre el Eibar fue mucho mayor que la de los aragoneses sobre los txuri urdin, que apenas la tuvieron, el triunfo viajó a una de las dos orillas por esos detalles que deciden partidos en los que se vive en el alambre, con marcadores tan ajustados. El problema de la Real no lo fue tanto que pudiera haber colocado su defensa más afuera ante el hipotético lanzamiento a pie cambiado o que Mateu Lahoz ni consultara el VAR por el fuera de juego posicional de Rafa Mir. El problema de la Real fue la poca intención con la que jugó. Primero no pudo combatir la agresiva presión alta del Huesca, y después no fue capaz ni de tener el balón ni de exponer un fútbol directo más eficaz. La Real jugó uno de los partidos más pobres en términos de producción ofensiva de la temporada. Pero, con todo, el encuentro navegaba, incluso bien aceptado por el Huesca en apariencia, hacia un 0-0 que una acción a balón parado, como en Ipurua pero en este caso en contra, alteró. El problema fue no haber opositado a desbloquear esas tablas iniciales en los 86 minutos previos al 1-0 en los que al conjunto txuri urdin le faltó ritmo, frescura y en los que casi ni llegó al área rival ni chutó a puerta. Un tiro en el pie que, en función de los resultados de hoy, provoca que la Real pueda perder su colchón de seguridad ●