La primera transgénero olímpica
La neozelandesa Laurel Hubbard nació hombre, se cambió de sexo y se ha ganado la clasificación para los Juegos de Tokio gracias a la norma que desde 2015 regula la participación de transexuales
asta 2012, su nombre era Gavin Hubbard. Nació varón, hijo de una acomodada familia neozelandesa que hizo fortuna con los cereales para desayunar y que nunca entendió que Gavin se sintiese mujer. Como hombre, comenzó a practicar halterofilia para parecer más masculino, “pero no era el caso”, explica hoy, a los 43 años, desde la identidad femenina que tomó en 2012, cuando culminó el proceso de reasignación de sexo. Ya no queda nada de Gavin, acaso solo su amor por la halterofilia, que sigue practicando como Laurel Hubbard, el nombre actual de la primera transgénero que, si no ocurre nada extraño, podrá competir en unos Juegos Olímpicos, los de Tokio.
En un año en el que numerosos campeonatos y Preolímpicos han sido cancelados por culpa del coronavirus, es el ranking mundial el que ha servido para definir la plaza olímpica de Laurel Hubbard. Figura séptima en la categoría de + 87 kilos y primera de Oceanía. Los criterios de selección dan plaza para los Juegos a los ocho primeros del ranking en cada peso, y además también tienen sitio asegurado los primeros de cada continente. Hubbard figura como la primera haltera de Oceanía en su categoría.
Cuenta con el apoyo de la Federación de Nueva Zelanda, pero su presencia despierta un debate acalorado. Australia,
rival oceánico de su país, trató de vetar su concurso en las competiciones femeninas, y Hubbard ha estado en el ojo del huracán desde que apareció en el Mundial 2017 de Anahein, ya rozando la cuarentena de edad, y conquistó la medalla de plata en su peso.
Desde 2015, el COI abre la puerta a los Juegos Olímpicos a los deportistas transgénero para que compitan como mujeres, siempre que sus
Nacida como Gavin, en 2012 cambió su sexo y su nombre por el de Laurel
Su supuesta ventaja física alimenta la polémica desde que es mujer
niveles de testosterona estén por debajo de los 10 nanomoles por litro durante los 12 meses previos a la competición. Laurel, que tras su plata mundial en 2017 fue sexta en el Mundial 2019, tiene en contra a un elevado número de rivales, que recuerdan que las diferencias en el organismo tras vivir varios años como hombre, con un nivel de testosterona muy superior al femenino, son evidentes, y que esa masculinidad no desaparece, sino que tiene efectos permanentes en términos de fuerza y potencia.
Laurel esconde su larga melena en una coleta cuando compite, y lo seguirá haciendo mientras pueda. Ya dejó la halterofilia en 2001, cuando sus problemas de identidad sexual complicaban su vocación deportiva, y no quiere volver a hacerlo. Tampoco le gusta dar entrevistas que acaban siempre en el mismo tema: su supuesta ventaja física. “Soy quien soy. No estoy aquí para cambiar el mundo. Solo quiero ser yo y hacer lo que hago” ●