Siempre nos quedará París
Todos sabíamos desde el sorteo que el cruce con los de Luis Enrique marcaría, en cierto modo, nuestro grado de crecimiento y la progresión de estos años
N➔ i esto es “Casablanca”, ni yo soy Humphrey Bogart, ni tengo a mi lado a la fascinante Ingrid Bergman, pero evocar la famosa frase con la que concluye la celebérrima película de Michael Curtiz, resulta casi irremediable.
Desde el día en el que el sorteo decidió emparejar a la Real Sociedad con el opulento, acaudalado y poderoso PSG, todos los realzales marcaron en rojo la fecha del 14 de febrero. Por cierto, y tirando de santoral, día de San Valentín, día de los enamorados, qué mejor fecha para renovar los votos con nuestro equipo. Pero, a lo que íbamos, que esta eliminatoria me torna disperso a cada momento. Desde el momento en el que supimos que la Real debería cruzarse con uno de los transatlánticos del fútbol continental en los octavos de la competición de clubes
más grande, tomamos conciencia de que estábamos a las ojeras de uno de sus días grandes por antonomasia.
Un cruce que marca
Todos sabíamos desde aquel momento que el cruce con los de
Luis Enrique marcaría, en cierto modo, nuestro grado de crecimiento, nuestra medida de progresión en estos últimos años. Lejos quedan ya en el tiempo, aunque no haya transcurrido tanto, las eliminaciones, dolorosas por la manera en que se produjeron, frente a Manchester United, Leipzig o Roma. De entonces a ahora, el equipo de Imanol Alguacil ha seguido desarrollándose, enriqueciéndose con cada experiencia, incluidas las dolorosas, e incrementando su valor competitivo día a día. La Real ha conseguido hacer efectiva la ambición largamente acariciada de asomarse a la escena internacional de forma recurrente, granjeándose el respeto de propios y de extraños.
Llegados a este punto, en que nos encontramos a tan sólo unas horas de pisar el sacrosanto césped del Parque de los Príncipes de la capital francesa, ya nada ni nadie puede restar un ápice de mérito a este grupo, que se encuentra donde se encuentra, por méritos propios. Luego el resultado podrá ser uno u otro , porque de esto va el fútbol, de ganar, empatar o perder, pero la Real ya está ahí…en París