El pan nuestro de cada día
La Real comió el martes en el Arzak y hoy vuelve al menú del día en Granada. Juega la Champions una vez cada 10 años y hace cuatro días disputó un encuentro de cinco tenedores, con el mejor ‘chef’ del mundo, Kylian Mbappé, ante el PSG. El capricho de comer en un restaurante como el del Alto de Miracruz en Donostia ocurre de ciento en viento, pero hay que comer todos los días. Placer contra supervivencia. Y es ahora cuando a la Real le toca sobrevivir. Deberá dejar colgado en la percha el traje de Prada para ponerse el buzo con lamparones. El martes, los directivos txuri urdin comieron, entre otros manjares celestiales, ‘langosta salteada y acompañada de borraja de tuétano a la plancha’, pero ya hay que volver a los macarrones con tomate, chuleta de cerdo y flan. La Real no sólo se juega una participación europea en estos 11 partidos de Liga que restan. También compite por hacer historia y dar continuidad a estos tiempos tan gozosos. Y es que no hay que obviar esa realidad tan canalla que reza que en cuanto el equipo se descuelgue del músculo y el prestigio que le otorga estar en Europa, mucho más difícil será retener a los cracks que lo han sujetado durante estos cinco años y le han hecho funcionar en el presente curso, pese al fiasco en los fichajes. No vendrá el mismo o los mismos ‘nueves’ el próximo verano si la Real juega Europa League (la Champions ya es una quimera) o no. Pero para poder volver al Arzak, primero hay que volver con poderío y orgullo a los menús del día. La plantilla está ‘tiesa’, pero ese pretexto se irá diluyendo con el paso de los jornadas y el distanciamiento entre partido y partido. Danos hoy nuestro pan de cada día