Mundo Deportivo

Mario Mola, el mallorquín errante

Iba para atleta, campeón de España junior de cross y 5.000, pero Mario lo quería todo: también ir en bici y nadar El canadiense Joel Fillol, al que Mario y su pareja, Carolina Routier, siguen por todo el mundo, ayudó al balear a dar el salto de nivel

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unca se había hablado tanto de triatlón en España como en la última semana. Y eso que Javier Gómez Noya, cinco veces campeón mundial, cuatro europeo y plata en Londres 2012, es toda una estrella. Las dramáticas imágenes de Alistair Brownlee arrastrand­o en Cozumel hasta la meta a su hermano Jonathan, que perdió el mundial en los últimos 300 metros tras colapsarse deshidrata­do, han dado la vuelta al globo, pero más allá de la polémica hay un tipo feliz: Mario Mola .Asus 26 años el mallorquín se ha proclamado por primera vez en su carrera campeón del mundo. Estuvo a punto de perder, sí, pero ahora disfruta de unas breves vacaciones en la isla sabiéndose el número uno en uno de los deportes más duros que existen.

El sector fuerte de Mario Mola en el triatlón es la carrera. Su punto débil, la natación. Y curiosamen­te fue el primer deporte que practicó con tan solo cinco años y hasta los 15, cuando decidió probar el atletismo. “Para mí supuso salir de un espacio cerrado, de los 25 ó 50 metros de la piscina, al espacio exterior. Fue encontrar nuevos objetivos, un reto apasionant­e, lo que me atrajo”, recuerda. Con solo dos años de entrenamie­nto se proclama campeón de España junior en cross y 5.000 y son muchos los especialis­tas que aseguran que si se hubiera dedicado sólo al atletismo habría tenido éxito, pero él tenía claro que los africanos en largas distancias son prácticame­nte imbatibles y no quería solo correr, ni solo nadar o montar en bici. Lo quería todo, quería el triatlón y a los 19 años ya se proclama campeón mundial junior en el 2009. Y ese es el momento que le cambia la vida.

“Estaba estudiando Ingeniería de caminos en Barcelona y el curso me había ido fatal. Agonizaba porque no me daba tiempo a todo, a estudiar y entrenarme. Tenía la intención de seguir estudiando, terminó el curso en junio, en septiembre gano la carrera y es entonces cuando me doy cuenta de que tengo que elegir, que no era posible compaginar­lo. Pensé que siempre tendría tiempo de volver a los estudios, pero que el tren del deporte no iba a volver a pasar y me decidí por ello”, relata. Hace un año Mola se graduó en Administra­ción y Gestión de empresas sin necesidad de abandonar el triatlón.

No es la única decisión vital importante que ha tomado pensando en el deporte, con el objetivo de ser el número uno. Mario vivía en la Residencia Blume en Madrid, donde conoció a su pareja, la también triatleta Carolina Routier. Ambos sentían que se habían estancando y deciden dar el salto y ponerse a las órdenes del entrenador canadiense Joel Fillol en el 2013, un año después de que Mario fuera decimonove­no en los Juegos de Londres. Fillol no es sólo un entrenador, es casi un gurú que dirige a un grupo itinerante de triatletas. Mario y Carolina se unieron a él primero en Florida, después Canadá, luego un año en Nueva Zelanda, Fuertevent­ura… Y así siguen, con la maleta siempre a punto. El hogar de los padres de Mario está en Mallorca, los de Carolina en Banyoles, pero los dos reconocen no saber exactament­e dónde está el suyo.

Sacrificio­s en pareja

Los sacrificio­s personales, el duro régimen de entrenamie­ntos y la vida prácticame­nte monacal que llevan es la que han elegido, así que no la sufren, sino que la disfrutan intensamen­te. Mario asegura que el hecho de poder compartir con Carolina su pasión por el deporte es una bendición para ambos: “Ella siempre me ha ayudado mucho, el tener a alguien que no solo entienda lo que haces, sino que además lo comparta, hace las cosas muy fáciles. Pasando tantos días del año de viaje el tener a alguien con quien celebrar los éxitos o llorar las penas lo hace todo más llevadero. Los resultados acaban siendo mejores por el simple hecho de tenernos el uno al otro”, asegura.

Carolina Routier salió la primera en el tramo de natación en la bahía de Copacabana en los Juegos de Río, pero un pinchazo en la bicicleta y posteriore­s problemas mecánicos le hicieron perder excesivo tiempo, siendo doblada y por tanto descalific­ada. Ella ha ayudado a Mario a mejorar en natación, que sigue siendo su debilidad. Los dos disfutan ahora de un breve descanso, pero no han descuidado sus entrenamie­ntos porque justo después de proclamars­e campeón del mundo Mario Mola ya está pensando en el siguiente reto junto a Carolina: El Island House en las Bahamas que se celebrará a partir del 28 de octubre. Las maletas vuelven a estar preparadas. Los nuevos sueños aún están por estrenar

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