Messi y la Infanta
La reciente sentencia absolutoria de la Infanta Cristina por su imputación en el caso Noos vuelve a poner de manifiesto las diferentes varas de medir de la justicia española, sobre todo si se compara con los veintiún meses de prisión con los que fue condenado Messi por fraude fiscal. Una diferencia de trato que se hizo más que evidente con el trato que dispensó el fiscal
Pedro Horrach a la hermana del Rey, a la que intentó evitar el mal trago de sentarse en el banco de los acusados, en una estrategia más digna de la defensa, representada por Miquel Roca Junyent, que del ministerio fiscal. Todo lo contrario de la virulencia verbal con la que se empleó en sus conclusiones el locuaz abogado del estado Joaquín
Maza cuando calificó a Leo como el “capo de una estructura criminal”.
Pero donde el agravio se hace más que evidente es que cuando tuvieron lugar los hechos que se le imputaban, Messi era un chaval de dieciocho años, con escasa formación, que confió en su padre,
Jorge, la gestión económica de su carrera futbolística. Mientras que
Cristina de Borbón era una madre de familia, con título universitario y ocupando un cargo de alta gestión en la Fundación de la Caixa, que sorprendentemente declaró desconocer la procedencia de los millonarios ingresos con los que se sustentaba su economía familiar.
Algo tan difícil de entender como que, después de que se publicara con todo lujo de detalles una presunta evasión de 135 millones de euros por parte de Cristiano
Ronaldo, la fiscalía no haya movido un solo dedo para procesar al portugués. Algo que pone en vigencia aquella afirmación del que fue alcalde de Jerez Pedro Pacheco, que afirmó que “la justicia en este país es un cachondeo”