Mundo Deportivo

La era Laso es sinónimo de dinastía

El crecimient­o del Real Madrid desde la llegada del técnico en 2011 ya es histórico

- Julián Felipo

Cuando en la rueda de prensa posterior a la final ante el Valencia le preguntaro­n a Pablo Laso por la motivación para seguir ganando lo tuvo fácil. “Aquí uno acaba de decir que no le gusta perder a nada”, dijo citando a Sergi Llull. “¿Mi motivación? Bueno, estoy en el basket desde que era así de pequeño. Es mi vida”, añadía.

La Copa de Vitoria ha añadido un eslabón más en la trayectori­a triunfal del entrenador vitoriano. Se trata del título número 13 en seis años, la cuarta Copa consecutiv­a del equipo y la quinta en seis temporadas. Cuando fue fichado, la sequía de la sección en esta competició­n duraba 19 años. Con Laso el Madrid ha logrado clasificar­se para 17 de las 23 finales de todas las competicio­nes y el equipo lleva los últimos tres años sin perder ninguna de las ocho jugadas.

Reunir al mejor talento en la plantilla es parte de la explicació­n del éxito de esta ‘dinastía’ pero por otro lado está también un grupo de trabajo que ha dinamizado el basket del Madrid en todos los frentes. “Como entrenador he tenido la suerte de trabajar con dos amigos, Herreros (director técnico) y Angulo (director de cantera). Para que Luka pueda jugar así hay trabajo detrás de entrenador­es de cantera. Hoy (por el domingo) han ganado otra vez la Minicopa”, explicó Laso que también citó al responsabl­e directivo de la sección, Juan Carlos Sánchez y la apuesta del presidente Florentino Pérez, así como a los trabajador­es alrededor del equipo.

Finalmente, a ello hay que añadir una filosofía clara de juego y ahí entra claramente el entrenador que con ello ha logrado una conexión fácil con el aficionado. Primero fue la transforma­ción inicial para lograr un basket ofensivo, con ritmo y atractivo. Esta temporada se ha perfeccion­ado otra área, al implantar una defensa dinámica con cambios en los bloqueos, propicia en una plantilla tan versátil, y desconcert­ante para muchos oponentes.

“No soy un entrenador muy resultadis­ta”, explicaba Laso. “Sé que si pierdo me voy a la calle y desde que me echaron, porque me echaron de otro lado, lo tengo claro. Pero mi trabajo lo llevo con la cabeza alta porque hago lo que creo. Y no siempre acierto”, explicaba. “Al final, también he tenido jugadores a los que he tenido que decir que se dejaran de leches, que vamos a ganar. De lo que estoy más orgulloso es del trabajo realizado”, agregó.

Y el resultado de ese trabajo fueron también los elogios que le dedicó minutos antes Sergi Llull (MVP de la final) al asegurar que “cuando llegó este señor empezamos a creer en nuestras posibilida­des y nos dio confianza”.

Las alabanzas del jugador no evitaron que Laso admitiera su “cabreo por la ‘moña’ que se tiró al lado del banquillo”, con el partido casi ganado. Al final eso es soportable con con la confianza mutua que se profesan

Con el técnico vitoriano el Madrid no ha perdido una final en tres años

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