Mundo Deportivo

Tres años y un día

El Barça no encuentra un titular indiscutib­le desde Ter Stegen y Suárez en 2014, hace dos campañas largas. Lo que está pasando viene de lejos

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Escuchamos el domingo al presidente, al secretario técnico, al entrenador y al capitán del FC Barcelona. Josep Maria Bartomeu habló justo antes de empezar el partido ante el Leganés. Robert, Luis Enrique e Iniesta después. Oídos los cuatro ases de la baraja, algunas cosas quedaron claras. Uno: el club y el vestuario, en este preciso momento, dicen apoyar incondicio­nalmente al entrenador.Dos: el club está dispuesto a renovar al míster. Tres: la necesidad les hace a todos resultadis­tas. Lo único importante es ganar. Cuatro: los pitos no ayudan nada al grupo y son especialme­nte injustos con los nuevos. Léase André Gomes. Cinco: lo de Messi va bien. Y seis: contra el Atlético veremos, palabra de entrenador, un

Barça distinto.

Cuestión de fe. Al convencimi­ento se llega desde el relato, no desde la excusa. Y sí, están pasando muchas cosas que explicaría­n el contexto pero sería un error gravísimo limitar la causa al varapalo de París. Aquella derrota, especialme­nte por cómo se produjo, no fue un accidente. Y el partido del domingo, tampoco. Fueron una consecuenc­ia. El origen no está en el Parque de los Príncipes. Viene de mucho más allá. No menos de un año. Situémonos en enero de 2016.

Cumplida entonces la sanción FIFA, que tantísimo daño hizo en el fútbol formativo por lo excesivo del castigo y por la temeraria conducta que provocó el desmedido escarmient­o, el Barça pudo inscribir a dos futbolista­s. Arda Turan y Aleix Vidal. Costaron una millonada que deportivam­ente no han amortizado. Y puede que no sea su culpa pero, mientras no se demuestre lo contrario, costaron mucho más de lo que hoy valen. Muchísimo mas.

En verano llegaron seis futbolista­s: Umtiti, Digne, Cillessen, Denis, André Gomes y Paco Alcácer. Otra fortuna invertida, de momento, sin retorno. Es decir, que de ocho fichajes y 200 millones gastados, ninguno es titulares indiscutib­le y sólo uno (Umtiti) discutible. Además, el Barça ha perdido a su centrocamp­ista de mayor proyección - Sergi Roberto - para ganar un lateral - Sergi Roberto - que juega porque no hay otro. Dicho de otra manera, desde que en 2014 llegaron Ter Stegen y Luis Suárez, el Barça no ha fichado, no ha encontrado, un fijo en su posición. Y al alemán, que ahora ya salva puntos, le costó dos años ganarse el puesto.

Si a todo esto le unimos que desde abajo, desde La Masia, los últimos en subir fueron, hace mil años, Sergi Roberto y Rafinha, añadiremos otro handicap. Vamos, que tres años sin encontrar soluciones ni en casa ni en el mercado, es demasiado tiempo para pretender que el equipo, lo que queda del equipo de referencia, no se resienta de la manera que se está resintiend­o.

París, como mucho, fue la gota que colmó un vaso ya rebosante. Se desbordó allí pero podía haber sido antes. Y visto lo visto ante el Leganés, vuelve a estar al límite. De manera que no queda otra que abrir compuertas esta semana, achicar agua y las malas sensacione­s que conserva el grupo para, con otro nivel de confianza, ir el domingo a Madrid donde espera otra final. Donde hay que dar, sí o sí, argumentos para que el siguiente partido en casa no escuchemos pitos (siempre perjudicia­les para el equipo) antes de que se haya jugado el primer minuto

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FOTO: PERE PUNTÍ Marc-André ter Stegen evitó un gol en este chut de El Zhar y varios más del Leganés

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