Saúl cierra el círculo dos años después
Hace dos años vivió en Leverkusen una de sus peores noches como futbolista
‘La fuerza no proviene de la capacidad corporal sino de la voluntad del alma’. Saúl Ñíguez se besó el tatuaje de la muñeca nada más marcar el golazo por la escuadra que abría el marcador ante el Beyer Leverkusen en el BayArena. El centrocampista canterano cerraba el círculo que abriese hace dos años precisamente en este escenario. “La lesión de Leverkusen. Llegó en el momento en el que tenía más confianza, cuando me sentía más yo y encima me marcó porque hubo secuelas”, señalaba el jugador colchonero.
El ilicitano se refería a la jugada de la anterior eliminatoria ante el cuadro renano, en 2015, cuando una jugada le causó un traumatismo renal con hematoma que le obligó a quedarse varios días en el hospital en Alemania, y que obligó a drenarle el riñón, que le dejó dos meses en el dique seco y años de secuelas. “Cuando me senté en la camilla temblaba y ni me podía mover ni me podían pinchar. No sentía los brazos ni las piernas. Pero lo peor fue cuando vi a mi padre preocupado al verme temblar. Vomité siete veces”, explicó el jugador.
Por todo aquello, mientras se dirigía a la grada del BayArena donde estaban los 700 hinchas del equipo colchonero presentes en Alemania, se golpeaba el pecho y miraba hacia la zona donde se encontraba su padre, que en esta ocasión, de nuevo le acompañó el partido. Aquella noche nació el Saúl más fuerte, al que las adversidades no pueden doblegar.
El alicantino, para cerrar el círculo, recurrió, casi calcó a una de sus mejores versiones, la del golazo que marcase a otro equipo alemán, al Bayern en el Calderón, en la ida de las semifinales del curso pasado . Recogió el balón en la medular, se marchó con un toque de su marcador, se fue perfilando para ponerla con rosca en el palo contrario, y la pegó, como los ángeles