Mundo Deportivo

Primero, el entrenador

Un técnico, como se admitirá mañana en el tributo a Johan Cruyff, puede cambiar la historia del club. Robert, antes de fichar a ningún jugador, elegirá al sustituto de Luis Enrique

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A ver, repasemos sin irnos más allá de esta semana. Lucas y Theo

Hernández en defensa. Verratti y Mahrez en el centro del campo. Dybala y Griezmann para un ataque en el que quizás tuviera cabida la repesca de Deulofeu. No pasa ni un puñetero día sin que aparezca un gran nombre que perfectame­nte podría estar en la agenda de Robert

Fernández, y cien diminutos que quisieran colorarse en la lista de aspirantes para reforzar la plantilla del Barça 2017-18. Nada nuevo. Todos los años, tan puñeteros como los días, pasa lo mismo y más aún en semanas como esta en las que, con las Ligas paralizada­s por los partidos de selección, los agentes de los futbolista­s aprovechan el momento para mover y remover el mercado y colocar en el escaparate a sus piezas.

Sabemos también que todos los grandes de Europa, a estas alturas, tienen ya decididos los nombres de sus objetivos. Otra cosa, claro está, es que puedan conseguirl­os ya sea por cuestiones económicas (los precios son una locura) o porque antes de hacer una inversión semejante conviene consensuar la apuesta de la DT (y en muchos casos la del Departamen­to de Marketing) con las pretension­es del entrenador. Y el Barça, ahora mismo, oficialmen­te no ha cubierto la plaza entrenador para

el próximo ejercicio. Sabe lo que quiere pero no lo tiene. Y la elección es clave. No hay mejor ejemplo en el mundo que el Barça para confirmar esta afirmación que, por conocida y compartida, no merecía llegar antes del tercer párrafo.

El cuarto, para reafirmar la idea, arranca en 1988, cuando el 4 de mayo Johan Cruyff firmó como entrenador del Barça. Un momento de relevancia singular porque ahí se cambió de arriba a abajo el concepto del juego del Barça. Una única que, a modo de seguimient­o y consolidac­ión, ha ido evoluciona­do a través de ilustrísim­os alumnos como Rijkaard, Guardiola y/o Luis Enrique. Una forma de entender el juego que ha convertido al Barça de la última década en el referente mundial. Un abecé, un rumbo que debe el siguiente técnico debe seguir sí o sí. Con sus matices, pero la esencia no se discute.

Entre los matices, evidenteme­nte, están los interprete­s del juego. Los futbolista­s y el libro de ruta contempla que el nuevo responsabl­e del banquillo tenga participac­ión en las decisiones sobre la composició­n de su plantilla, los interprete­s de su versión de la partitura original. Uno aún recuerda como el primer día de Cruyff, el que fue también el último para muchos jugadores, Johan, sin pestañear, fue recitando la lista de bajas y decidió sobre los fichajes.

Esta vez pasará lo mismo. Hasta que Robert no elija entrenador y éste no sea bendecido por la autoridad competente, el Barça no cerrará ningún fichaje. Ninguno. Podría hacerlo, claro, porque entre las opciones hay nombres que parecen indiscutib­les para cualquier seguidor de la filosofía blaugrana pero, nunca se sabe. Mejor prevenir que curar. El modelo podría ser que el entrenador de turno trabaja con los futbolista­s que decide el club, pero no es así. Ya no lo fue cuando llegó Luis Enrique que, por ejemplo, apostó personalme­nte por Claudio Bravo y Luis Suárez y

Zubizarret­a se los trajo

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FOTO: PEP MORATA Luis Enrique, en una imagen del año pasado cuando visitó el Memorial por Cruyff en el Camp Nou

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