Calle, estatua y dedicatoria
Sobre las iniciativas para perpetuar y unir por siempre jamás el nombre de Cruyff al FC Barcelona, a la ciudad, a Catalunya y por extensión al mundo mundial cabe glosar sobre varios aspectos. Uno: pensar que los vecinos de Les Corts tendrán qué decir sobre el cambio de nombre de la calle
Arístides Maillol, un renombrado escultor de la primera mitad del pasado siglo, por el de Cruyff. Esos vecinos se han opuesto, por tradición, a todas las iniciativas del Barça. El asunto irá para largo, ya que el Ayuntamiento establece una moratoria de cinco años para dedicar una calle a una persona fallecida. Para evitar líos, la calle dedicada a Cruyff podría ser el bulevar que hay, y habrá en el Espai Barça, paralelo a Arístides Maillol. Ningún cartero se equivocará con las cartas dirigidas al Bulevar Johan Cruyff.
Dos: por lo que a la estatua respecta, también va para largo, ya que se ha previsto ubicarla en el mencionado Espai Barça, que como mínimo tardará seis años en culminar. Como la primera, también esta iniciativa es lógica, buena y merecida.
Tres: no ocurre lo mismo con bautizar el nuevo Miniestadi con el nombre de Cruyff, que no creemos que se deba a la nula atención que prestó a los partidos del fútbol base. Salvo para ver en acción a su hijo, apenas se le vio por el Mini en sus ocho años como entrenador. Creemos que mejor hubiera sido bautizar el Camp Nou con su nombre, que ese sí fue el escenario de sus grandes éxitos.
Mientras, la familia ha tenido el bonito detalle de entregar una camiseta con el número 9 y el Balón de Oro que logró siendo jugador del Barça, lo que sin duda enriquecerá el Museu. Pero para los talibanes más recalcitrantes, todo es poco y nada demuestra que se haya firmado la paz ‘post mortem’. Y eso es cierto. Si en su día Cruyff renunció a ser presidente de honor (una ‘jaimitada’ de Laporta, porque tal galón no existe en el Barça) y devolvió la insignia que le ‘acreditaba’ como tal, no hay constancia de que Johan hubiera devuelto a Laporta otra insignia que lució con contumaz militancia digna de mejor causa, como fue la del Elefant Blau